viernes, 26 de febrero de 2010

Dunas de cemento

Un requiem por el litoral andaluz. El ecosistema autóctono y la diversidad desaparecen para dar paso al monocultivo del cemento y la especulación. Las dunas de Marbella caminan a su destrucción.

Miguel Díaz

www.kaosenlared.net/noticia/dunas-de-cemento


De un sorpresivo brinco, como el estresado lepórido de la obra de Lewis Carroll, surgió de entre los arbustos un conejo, un grato descubrimiento en mitad de aquel paraje natural, por entonces inviolado, que ya forma parte del país de mis maravillas. De las maravillas de todos los que consideran que el desarrollo de un municipio no se mide sólo por su renta per cápita o por su índice de actividad económica. Existen otros indicadores insoslayables, como la calidad ambiental o la conciencia ecológica.

Aunque estos conceptos gocen de poco significado en la planificación de nuestras ciudades, y menos aún en Marbella, donde no les encuentro rima ni por asonante, tras años de expansionismo urbanístico especulativo que arrojan unas cifras de degradación despeluznantes, con más del 62% del primer kilómetro de costa devastado, 18 puntos por encima del ya de por sí maltrecho litoral malagueño.

Ahora que desde las instituciones se anunciaban tiempos de manos limpias y propósitos de enmienda nos sigue atronando la misma canción monocorde de las licencias de obra y la construcción a toda costa. Y por toda la Costa. Las consecuencias son claras, de forma gráfica Forges se preguntaba hace unos días en las hojas de un diario: “Si plantasteis ladrillos, qué esperabais... ahora os comeréis las casas”.

Se trata de un asunto de difícil digestión, que se agrava, pues a pesar de este contexto, asistimos a la destrucción de la duna gigante del Barronal de la Morera, en la zona de Las Chapas, en Marbella, un paraje natural sin parangón en la provincia, que da cobijo a especies de flora protegida por normativas europeas y andaluzas y a múltiples aves migratorias, pero que ya tiene certificado de defunción, con la rúbrica de la licencia para la construcción de 152 viviendas unifamiliares, éstas últimas especies autóctonas, que se suman al vasto ecosistema artificial que prolifera en estas latitudes, al amparo de los intensos planes de urbanización auspiciados por grupos de interés económico al abrigo de entramados de corrupción municipal.

Solo hubiese bastado la voluntad política del equipo de gobierno municipal del PP para preservar las dunas, hubiese sido fácil haber realizado a favor de este paraje uno más de los innumerables movimientos de fichas en el diabólico tetris de los enjuagues urbanísticos del nuevo PGOU y compensar al promotor con otros terrenos, o que la Junta de Andalucía hubiese tenido la cordura para declararlo Monumento Natural, todas estas opciones fueron planteadas por colectivos proteccionistas, especialistas e Izquierda Unida, pero han sido desatendidas.

Era un niño cuando realicé la incursión experimental en aquella duna, tras escaparme de la playa, fui adentrándome atraído por aquel paraje, no sabía nada de valores ecológicos, pero me atrapó el silencio y la solemnidad de aquel entorno y proseguí. Y entonces brincó aquel conejo del inicio, portando su reloj de arena, de una arena que se consumía, que se disipaba, que ahora se va a tornar en cemento, la materia gris que puebla las cabezas mal pensantes del sistema económico al que se le salen de las órbitas los ojos de la ambición económica, pero al que se les nublan los sinsentidos para apreciar la riqueza natural. La misma ineptitud que contienen las cabezas de los títeres políticos que se ponen a su servicio, cuyos cráneos custodian cerebros de cemento, inertes y rocosos, como la devastación que van a sembrar con la destrucción del paraje de dunas.

¡¡SOS DUNAS DEL BARRONAL DE LA MORERA!!

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