lunes, 29 de junio de 2009

Exhumación en la Puebla de Cazalla

Gervasio Sánchez. Heraldo.es

Antes de viajar a La Puebla de Cazalla (Sevilla) pulsé google y busqué. Encontré un artículo con fecha de 31 de mayo de 2008: “exhumados ocho cuerpos de represaliados de la Guerra Civil”. Habían sido hallados a tres metros y medio de profundidad. “Por fin los familiares podrán darles el descanso que se merecen”, decía la nota.

Los antropólogos forenses advertían que había más cuerpos en la gran fosa. Algunas fuentes barajaban la posibilidad de que perteneciesen a 200 personas fusiladas en diferentes pueblos de la zona tras la sublevación militar de 1936. La fosa se había abierto gracias a una subvención del Ministerio de Presidencia.

Como el artículo pertenecía a un portal progubernamental no incidía en los datos más oscuros: que la subvención se había acabado y que la fosa se tenía que cerrar por falta de dinero.

Me fui a otro portal antigubernamental. Allí me enteré de que la Junta tenía que decidir si apoyaba económicamente la exhumación. “Hay nuevos nombramientos. Vamos a tener que esperar uno o dos meses por lo menos”, decía Fernando Soto, comisario de Recuperación de la Memoria Histórica, a modo de disculpa.

El por lo menos ha durado un año hasta que otra subvención ha permitido continuar con los trabajos en mayo de 2009. Ningún cuerpo ha sido identificado todavía. Ni siquiera se han empezado a tomar muestras de sangre a los familiares, muchos de ellos ancianos. Es posible que pase otro año para que eso ocurra. Todo depende de las subvenciones que se aprueban con cuenta gotas.

El 3 de junio visité por primera vez la fosa. “Hace mucho tiempo que no veíamos a un periodista por aquí”, me dijo una de las antropólogas. Después Mari Carmen España, la familiar más activa, me comentó: “ Los periodistas venían todos los días desde Sevilla durante el año pasado. Teníamos que suspender los trabajos para atender a los medios. Pero este año ya no interesa”.




No me sorprende porque hace tiempo que aprendí que lo que hoy es mediáticamente correcto, mañana puede ser políticamente incorrecto. Lo que más lata (como dicen los chilenos) me da es que casi siempre la prensa vaya a remolque de los intereses políticos.

2008 fue el año de la fama de todo lo vinculado con la memoria histórica. Por cierto, hace unos días una persona me dijo que la memoria y la historia son términos incompatibles, que es memoria o es historia, que la historia debe ser objetiva y la memoria es subjetiva.

Tengo una carpeta repleta de largos reportajes sobre el drama de los desaparecidos de nuestra guerra. Hay medios que iban de la mano del gobierno. Calentaron el tema porque interesaba calentarlo. Se encargaron de enfriarlo cuando había que enfriarlo. Otro día hablaremos de las relaciones punibles entre prensa y poder.

Pero prefiero contarles una anécdota real antes de que se me olvide: un periodista de trinchera camina por la redacción hablando en voz alta y dando consejos (todo el mundo tiene que saber que se dirige a una alta autoridad del Estado). Habla como si formara parte de su gabinete de prensa aunque pertenece a la plantilla del diario. Un compañero observa y piensa: “No debería ser al revés: que la autoridad competente hable y que el periodista escuche y pregunte”.

Hay algo que me sorprende. ¿Por qué siempre que sale el tema de la guerra civil aparece salpicado de datos interesados y declaraciones cruzadas? Si acordamos buscar a los desaparecidos, ¿hay alguien que todavía crea que solo se habla de los de un bando o que hay diferentes tipos de dolor ante este drama?

Volvamos a la fosa sevillana. Decenas de cuerpos fueron sacados en las primeras semanas de trabajo de esta última fase. Pero existe un grave problema: una hilera de nichos construida en los años ochenta impide continuar excavando ante el peligro de derrumbe.



Hay dos posibilidades: traer maquinaria pesada y realizar un apuntalamiento para poder excavar si que se hunda la hilera. O trasladar temporalmente los restos de los nichos, derrumbar la construcción, sacar los cuerpos de los fusilados que están sepultados debajo, volver a construir los nichos y colocar en ellos los restos originales.

En el primer caso hay que hacer una obra muy costosa y complicada y en el segundo convencer del traslado temporal a los familiares de los que están decentemente enterrados.

Mientras se toma una decisión les describo lo que se ve sin ánimo de ser macabro. La primera fila, la que está más alta, muestra intercalados los cráneos de unos y los calzados de otros con un orden exquisito. En la segunda fila se ve la mitad del cuerpo de un joven de 17 años. Las arqueólogas ya han señalados más restos. En la tercera fila, la más profunda, otra intercalación de cráneos y zapatillas. Y es muy posible que haya más filas a mayor profundidad.



La Puebla de Cazalla puede convertirse en un símbolo de la aplicación de la lógica o en un nuevo ejemplo de la incompetencia de nuestras autoridades.

A modo de posdata: no he querido describir cómo fueron ejecutados, cómo fueron lanzados al fondo de la fosa y cómo fueron encontrados. Podría escribir un artículo muy duro con todos los datos como si fuera un forense. Pero, recuerden, se trata de aunar esfuerzos para poner fin a esta tragedia y no utilizar la memoria como arma arrojadiza.

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