sábado, 28 de julio de 2007

Balance de la revolución cubana

Elementos para un análisis histórico y político

ANTONIO GARRIDO * · Marzo, 2007

“En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible… En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana…” Martí.

La Revolución Cubana afrontó desde el principio la ruptura con los lazos neocoloniales que ataban al país con los Estados Unidos. El movimiento insurgente y popular instauró un auténtico poder revolucionario, liderando un proceso de transformación en el que el antiimperialismo fue de la mano con el anticapitalismo y el desarrollo se orientó a la redistribución sistemática de la riqueza social y a la universalización de la educación, la salud y el trabajo.

Para resistir la agresión norteamericana, Cuba insertó su funcionamiento socioeconómico en el interior del sistema COMECON. En 1991, el 85% de los intercambios económicos de Cuba se realizaban con un conjunto que implosionó con el desmoronamiento de la URSS y del resto de sistemas de lo que se conocía como “campo socialista”. Este acontecimiento histórico estableció, en un corto lapso de tiempo, un escenario complejo para la isla revolucionaria, donde también incidían, todo hay que decirlo, errores y déficits endógenos, pero sobre todo, donde el final de este universo de regímenes “socialistas” impactó a Cuba dislocando sus bases socioeconómicas y provocando una importante depresión de las condiciones materiales de vida en la totalidad de la población.

La década de 1990 del pasado siglo XX será recordada como una belle époque del imperialismo. Años antes, Thatcher en Gran Bretaña y Reagan en los Estados Unidos habían comenzado a imponer un programa político capitalista de carácter radical, el neoliberalismo, basado en unos cuantos principios: desregulación y privatización, cambio en la relación de fuerzas entre capital y trabajo, quiebra de las resistencias y del sindicalismo de clase, reducción de los niveles de fiscalidad.

En diciembre de 1991, la implosión de la Unión Soviética rubricó el escenario de derrumbe del llamado “campo socialista”, un universo político que, durante la mayor parte del siglo XX, pareció amenazar la propia existencia del capitalismo, con el que rivalizó por la supremacía militar, económica, moral e intelectual. A velocidad de vértigo, los regímenes del llamado “ socialismo realmente existente ” se desmoronaron como construcciones de arena, a manos de burocracias deslegitimadas y en medio del desánimo de sus pueblos que asistieron sin resistirse al hundimiento de lo que se pretendió como una alternativa de desarrollo no capitalista y que, finalmente, resultó asfixiante, impotente, no democrática, para agonizar, por último, entre la traición y la degeneración de sus elites privilegiadas.

Era el contrapunto vencido al golpe que, por su parte, estaba asestando el capitalismo imperialista y que estableció una hegemonía sin competidores, en el terreno intelectual (Fukuyama, Huntington, Friedman), en el terreno económico (neoliberalismo), en el terreno político (lucha contra el terrorismo). El capitalismo triunfante pregonaba el cierre de cualquier horizonte utópico. La izquierda mundial se sumió, inicialmente, en el desconcierto y en el derrotismo, desarmada ideológica y moralmente, contemplando cómo se instalaba una atmósfera intelectual de acomodación y retractación. Donde antes hubo internacionalismo y solidaridad, por ejemplo, con las luchas antiimperialistas de Vietnam o Cuba, cierta izquierda sometida comenzó a hablar otro lenguaje. Como lo contrario del internacionalismo no es el nacionalismo, que lucha por la soberanía y la independencia de los pueblos, esta nueva izquierda conversa agitó ahora la bandera de un universalismo abstracto, el de los derechos humanos, es decir, “ el derecho de la comunidad internacional a bloquear, bombardear e invadir pueblos y estados que le desagradan (Yugoslavia, Afanistán, Iraq… )” Perry Anderson

Los Estados Unidos anunciaron una agenda de reconstrucción del mundo a su imagen y semejanza. El “ consenso de Washington ” decretó el nuevo e irrestricto papel unilateralista y altamente agresivo del modus operandi norteamericano, un puño de acero militarista, sin guante de terciopelo que lo recubriese, y que ha exhibido desde entonces sin contención ni pudor.

Se podría hablar en estos años tan complicados, a pesar de todo, del fin del apartheid en Sudáfrica o de la irrupción de los zapatistas en Chiapas. También, de un modo progresivo, la desmoralización y la desarticulación de la izquierda fue cediendo, emergiendo un nuevo espacio de rearme ideológico y militante que viajó (Seattle, Génova) hasta confluir en el espíritu de Porto Alegre. Este nuevo campo político, esta “ internacional sin dueño ” (Hugo Blanco), se configuró como un proyecto de alianzas estratégicas entre movimientos sociales, como “ nube de mosquitos ”, para diseñar alternativas al proceso de globalización dirigido por las grandes corporaciones multinacionales y por los gobiernos capitalistas y las instituciones que les sirven (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional). En verdad, es en parte asombroso la velocidad con que se armó esta nueva urdimbre de resistencias.

Pero un poco antes, en ese contexto tan regresivo y que anunciaba una nueva Edad Media para el planeta, nadie como Cuba quedó titilando en la oscuridad y resistiendo, como modo de sobrevivir, y como ejemplo. Nadie como Cuba brillaba con luz propia en el diccionario de la resistencia al neoliberalismo y al imperialismo . Cuba resonaba en la distancia como referencia sentimental, como la imagen suspendida en el tiempo de aquella Revolución comandada por jóvenes heroicos, a 90 millas del Imperio. Pero también, en poco tiempo, esta pieza del dominó “comunista” quedaba más sola y sumergiéndose en una dura realidad socioeconómica.

Ya en marzo de 1990, en el proceso al 4º Congreso del Partido Comunista se habían recogido más de un millón de críticas en 70.000 asambleas populares, en un impulso político por parte de la dirección del país en torno a la necesidad de reflexionar y de prepararse para venideras dificultades que ya se vislumbraban en el horizonte. Poco después, el 3 de Agosto de 1991, se anuncia el “ Periodo Especial en tiempos de paz ”, denominación para un conjunto de medidas y reajustes en el terreno económico-social, pero también en el ideológico-político, todas orientadas a paliar y combatir las dificultades en las articulaciones internacionales de la economía cubana y del, como se verá luego, recrudecimiento del bloqueo norteamericano. También el Periodo Especial habría de afrontar los importantes problemas de eficiencia económica no resueltos hasta ese momento.

Algunos datos permiten visualizar la magnitud de las dificultades que hubo de afrontar la Revolución: la caja central del país se quedó prácticamente sin fondos en divisas. Ya el año 1989 los soviéticos incumplieron algunos contratos, y en el año 1990 no enviaron el petróleo que tenían acordado. Muchas fábricas cerraron y se envió a los trabajadores a sus casas con el 60% del salario. El peso cubano perdió gran parte de su poder adquisitivo dentro del país. Los mercados se desabastecieron, en gran medida porque no había dinero para comprar alimentos en el exterior. El racionamiento que casi había desaparecido (de alimento y ropa) volvió como única solución. Cuba se quedó sin piezas de repuestos para sus maquinarias. No llegaban los fertilizantes para la agricultura, especialmente para la caña de azúcar, lo cual significó una disminución extraordinaria en su producción. La flota pesquera desapareció prácticamente, los barcos no salían a la mar por falta de combustible y el transporte, en general, se vio sumamente afectado. Los apagones llegaron a las 18 horas diarias. Las producciones de carne, huevos y leche se redujeron considerablemente.

Ante tal dimensión de los problemas, Cuba tuvo que maniobrar con agilidad e inteligencia. El Periodo Especial decretó el desarrollo de una industria turística para la recaudación de divisas extranjeras que ayudaran a potenciar el desarrollo de los demás sectores de la economía, se acordó la despenalización del dólar, la apertura a la inversión del capital extranjero y la creación de empresas mixtas, la implementación de mercados internos y la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, la apertura de los mercados agropecuarios y el trabajo por cuenta propia, el Perfeccionamiento Empresarial como resultado de la experiencia de las FAR en sus empresas militares, entre otras medidas.

Por su parte, los Estados Unidos reforzaron el bloqueo unilateral contra Cuba, que es el más largo y cruel de la historia (diez administraciones norteamericanas, una después de otra, lo vienen aplicando) y que funciona como sistema global de agresión, en el aspecto económico, pero también en el político, en el militar, en el diplomático. Su objetivo, definido desde el 6 de abril de 1960, ha sido la destrucción de la Revolución Cubana: «(…) a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas (…) negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno (…) Informe secreto del funcionario del Departamento de Estado, I. D. Mallory

Este recrudecimiento del Bloqueo conllevó que en 1992 se adoptase la Cuban Democracy Act (llamada Ley Torricelli ), con sendos carriles I y II. Pero también hay que hablar de la Ley de Ajuste Cubano y de la aprobación, en 1996, de la Helms-Burton , en este último caso incluso violando el derecho internacional mediante la imposición de legislación extraterritorial, buscando asfixiar a la isla, asestar el golpe final y restaurar, por fin, el vínculo neocolonial. El daño económico directo causado al pueblo cubano por la aplicación del bloqueo, supera los 82 mil millones de dólares, según cálculos muy conservadores.

En un contexto tan adverso de desprestigio mundial de las ideas socialistas, de agresiva ofensiva del neoliberalismo y de cobardía política de muchas organizaciones, dirigentes e intelectuales del mundo, la Revolución Cubana, contra el pronóstico de muchos, adoptó medidas para sobrevivir, pero también para desarrollarse, moral, política e ideológicamente y se ratificó en su orientación socialista, antiimperialista e internacionalista. Cuba diversificó su economía y entabló acuerdos y alianzas con muchos países y, sobre todo, fortaleció sus relaciones con América Latina y con el Caribe. Se mantuvieron y reforzaron los programas fundamentales de la Revolución, es decir, todos los que tenían relación con el suministro de recursos sanitarios, educativos y de bienestar social para la población. Hay que subrayar la mayoritaria adhesión y compresión de los cubanos con el conjunto de decisiones que adoptaba la dirección política y ello debido a los siempre insuficientes, pero significativos niveles de debate, participación ye información que distinguen al modelo democrático cubano.

El 12 de Julio de 1997 llegaron a Cuba los restos del Che y de sus compañeros guerrilleros caídos en combate. Fue un momento triste, pero a la vez luminoso, el regreso del mejor revolucionario latinoamericano a una tierra, que lo hizo hijo suyo, y que seguía defendiendo, casi 40 años después de su muerte, las ideas socialistas y el honor de luchar por la justicia y la verdad.

El lunes 22 de noviembre de 1999, catorce emigrantes cubanos ilegales, en una frágil embarcación, zozobraron a varias millas de las costas de la Florida, entre ellos un niño de 5 años, Elián González. Su posterior intento de secuestro por parte de la gusanera mafiosa de Miami desató una oleada de movilizaciones populares en Cuba y dio comienzo a una concepción estratégica de desarrollo político de la Revolución Cubana, la llamada “ Batalla de Ideas ”, una nueva vuelta de tuerca en el anudamiento y búsqueda de sinergia de las bases ideológicas del proyecto revolucionario con sus reflejos educativos y materiales. La Batalla de Ideas es responsable de programas como las transformaciones en la primaria con un maestro cada 20 alumnos, en Secundaria Básica y el Preuniversitario con la creación de los Profesores Generales Integrales en estas dos últimas enseñanzas, el uso y empleo de la Tecnología Educativa y del Programa Audiovisual, el Programa de las Escuelas de Instructores de Arte, los Trabajadores Sociales, las Escuelas de Ballet y las Escuelas de Artes Plásticas en todas las provincias, la atención a niños con Necesidades Educativas Especiales, la universalización de la enseñanza superior, la creación de la Universidad de Ciencias Informáticas, los Programas de la Salud con el importante beneficio de la inversión en Hospitales y Policlínicas, el Programa Materno Infantil que asegura la reducción de la mortalidad infantil y materna llevados a niveles de países altamente industrializados, el reequipamiento tecnológico en todas las áreas de salud, la electrificación de los asentamientos campesinos y las Salas de Videos, la creación y ampliación de los Joven Club de Computación, las Ferias del Libro, la creación de dos nuevos Canales de Televisión Educativa… Todo un campo de intervención y desarrollo político para profundizar en el carácter martiano y socialista del proyecto revolucionario.

En estos años, los Estados Unidos, amparados intelectualmente en la ideología del “fin de la historia”, imponían su dictadura económica y su manu militari por todo el orbe, sostenían el bloqueo contra Cuba y la amenaza de invasión de la Isla, financiaban y amparaban a asesinos anticastistras confesos (Orlando Bosch, Posada Carriles…), encarcelaban sin garantías jurídicas a los Cinco cubanos luchadores contra el terrorismo, pero, mientras, ¿qué postura mantenía Europa, la vieja Europa de los valores democráticos y de los derechos humanos?

Europa mantenía una posición subalterna y cómplice y, en esencia, se alineaba con la filosofía y con la estrategia que inspira a la administración norteamericana para sofocar la vida política, económica y social de Cuba. En diciembre de 1996 el gobierno español promovió la adopción por la Unión Europea de lo que se conoce como la " Posición Común sobre Cuba ". Como el propio diario El País (13 de diciembre) describió: (...) El paquete que propone Aznar se alinea estrechamente a la actual política norteamericana. La iniciativa que pretende sacar adelante el Ejecutivo de Aznar supone cerrar los grifos de la cooperación y de los créditos de Los Quince y elevar el nivel del diálogo con la oposición anticastrista. (...) Las medidas acariciadas por Aznar (...) suponen una ruptura completa de la política española con Cuba... ". Y más tarde, el Consejo de la UE aprobó el Entendimiento de la Unión Europea con Estados Unidos sobre la Ley Helms-Burton, en el que se aceptaban las condiciones impuestas por Washington a cambio de la promesa norteamericana de no sancionar a las empresas europeas. A lo que respondió la Revolución, en palabras de Fidel: “ Cuba no necesita el perdón de nadie para vivir ”.

La argumentación "suave" de Europa contra Cuba ha venido siempre acompañada de la invocación de los derechos humanos (ocultando, al contrario que los EE.UU., preocupaciones relacionadas con las propiedades nacionalizadas o con la ausencia de una economía de mercado). Sin embargo, conviene leer estos datos que proceden de las denuncias de Amnistía Internacional, organización poco susceptible de ser declarada como filosocialista: "Contrariamente a lo que ocurre en los países de la Unión Europea y en Estados Unidos, Amnistía internacional no ha mencionado en Cuba ni un solo caso de asesinato político (Reino Unido, Estados Unidos), de tortura o trato inhumano (Bélgica, Chipre, Estonia, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Letonia, Malta, República Checa, Reino Unido), de uso de pruebas conseguidas bajo tortura (Alemania, Chipre, Estados Unidos), de ejecución (Estados Unidos), de ejecución de niños o enfermos mentales (Estados Unidos), de desapariciones (Estonia, Estados Unidos), de violación del derecho a la vida (Suecia), de rapto de personas por las autoridades (Italia), de impunidad después de un crimen cometido por agentes del Estado (Austria, España, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, República Checa, Reino Unido), de tráfico de seres humanos (Grecia, Lituania), de violencia contra los menores por parte de agentes del Estado (España, Estonia, República Checa, Eslovaquia), de violencia contra las mujeres (la mayor parte de los países europeos), de violencia contra las minorías (Alemania, Estonia, Estados Unidos, Francia, Grecia, República Checa, Reino Unido, Eslovaquia), de racismo o discriminación (la mayor parte de los países europeos y Estados Unidos), de niños privados de escuela (Grecia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Letonia, Eslovenia), de internamiento de niños a causa de su origen étnico (República Checa, Eslovaquia), de esterilización forzada de mujeres procedentes de minorías (República Checa, Eslovaquia), de ciudadanos que perdieron su nacionalidad (Grecia, Eslovenia), de uso de camas-jaulas para encerrar a los enfermos mentales (República Checa), de represión de manifestantes (Chipre, Malta), de familias expulsadas de sus viviendas, a veces en pleno invierno (Hungría), de violencia contra minusválidos (República Checa), de menores encarcelados (España, Estados Unidos, Estonia, Irlanda), de enfermos mentales encarcelados (Austria, Irlanda, Italia, Estados Unidos), de suicidios en prisión (Italia), de automutilación en prisión (Italia), de falta de atención médica (Estonia, Estados Unidos, Italia, Reino Unido), de violencia policial (casi todos los países europeos), de despido abusivo (Austria), de venta de armas a países violadores de los derechos humanos (Austria), de suspensión de las garantías constitucionales (Francia), de trata de seres humanos (Grecia), de incitación al odio racial y a la discriminación por las autoridades (Hungría, Letonia) o de expulsión de demandantes de asilo (Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Francia, Grecia). Amnistía Internacional jamás ha hablado de malas condiciones de detención en Cuba, contrariamente a la situación que prevalece en la mayor parte de las prisiones europeas" (Salim Lamrani).

Por el contrario, durante 11 años consecutivos desde 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado con creciente mayoría la Resolución titulada " Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba ". Por décimocuarta ocasión consecutiva, en 2005 se impuso la verdad y la dignidad de los pueblos, al aprobarse por aplastante mayoría de 182 votos contra cuatro, el proyecto de resolución presentado por Cuba condenando el bloqueo impuesto a la isla por Estados Unidos, una prueba más del respeto y de la solidaridad que inspira esta pequeña nación.

Lentamente, la posición valiente y digna de Fidel, de la Revolución y de la mayoría del pueblo cubano, comenzó a dar sus frutos y el país fue restituyendo un nivel de funcionamiento menos tenso y que mostraba la recuperación de lo material y de lo anímico. Como botón de muestra, un pequeño racimo de cifras e indicadores que lo reflejan: en los últimos años el PIB cubano ha crecido en tasas por encima del 5%. En 2005, más de 2.300.000 turistas visitaron la isla, como muestra de la consolidación y desarrollo de la llamada “industria sin humo”. En Cuba se destina más del 60% al gasto social (salud, educación, cultura y asistencia a sectores desfavorecidos, discapacitados...). En Cuba el analfabetismo es de 0,2% mientras el de América Latina es del 11,7%. La tasa mortalidad infantil es de 6,2 por mil en Cuba y en América Latina 32 por mil. En América Latina el 12% de la población es analfabeta o sea 42 millones de iletrados y hay 110 millones de personas jóvenes que no han logrado concluir la educación primaria, pero ninguno de ellos es cubano. Cuba es el país que tiene el mas elevado numero de médicos en el mundo por habitantes. Cuba, según la Unesco, exhibe la tasa mas baja de analfabetismo y la mas alta de escolarización de América Latina. En el mundo cada 7 segundos un niño de menos de diez años se muere de hambre. Ninguno de ellos es cubano.

Cuba ha fortalecido su apuesta estratégica por el desarrollo científico y biotecnológico. Desde tiempo atrás, Cuba ha ofrecido la vacuna contra la meningitis B y C (único país del mundo que la había desarrollado de manera efectiva), enfermedad bacteriana que provoca anualmente la muerte de 50 mil niños y adolescentes. Y si bien éste ha sido uno de los logros más reconocidos, la industria biotecnológica y farmacéutica cubana también ha producido la Vacuna polivalente contra Haemophilus influenzae tipo b, la Vacuna recombinante contra la hepatitis B, Interferones como el alfa-interferón, Más de 100 tipos de anticuerpos monoclonales, Estreptoquinasa recombinante para el tratamiento del infarto de miocardio agudo (IMA), Enzimas de utilización industrial, Policosanol (PPG) para el tratamiento de las lipidemias aterógenas, Sistemas diagnósticos para diversas enfermedades como el SIDA-VIH y la lipoproteína (a), Factor de crecimiento epidérmico, Equipos médicos y programas de computación, Sistema Ultra- Micro Analítico (SUMA), Eritropoyetina recombinante humana para su utilización en pacientes con insuficiencia renal crónica. Cuba, con un total de 210 instituciones y 12 mil científicos (que promedian una edad de 30 años), es el único país del llamado Tercer Mundo que exporta productos de ingeniería genética

El carácter solidario e internacionalista de la Revolución Cubana, cuya contribución fue decisiva, por ejemplo, para la derrota del apartheid en Suráfrica, se ha mantenido incluso en este periodo tan difícil. Miles de estudiantes del Tercer Mundo (más 90.000 en este momento), han seguido estudios gratuitamente en Cuba. En la actualidad, más de 15 mil médicos cubanos se encuentran realizando trabajo asistencial en 64 países de cinco continentes. En África están presentes en 51 de los 54 estados. La Escuela Latinoamericana de Medicina ha formado a decenas de miles de profesionales de la salud de más de 123 países del mundo. La ONU reconoce el envío de expertos cubanos en agricultura y pesca a los lugares más pobres de África. Más de 40.000 personas pobres y ciegas de Latinoamérica han recuperado de forma gratuita, merced a la llamada “Operación Milagro” su visión en Cuba. Casi 20.000 afectados por la catástrofe de Chernobil han recibido asistencia sanitaria en Cuba. Miles de asesores en Educación, Salud y en otras esferas sociales y económicas brindan su apoyo técnico y humano en países del Tercer Mundo, en lo que significa un eje de identidad profundo de la naturaleza moral que ha singularizado al proyecto revolucionario cubano.

Pero hay que decir también que a la constante agresión contra el gobierno y contra el pueblo de Cuba y a la resistencia de la Revolución se les unió la variable de la solidaridad. Rápidamente brotó y se articuló un movimiento de solidaridad de carácter mundial excepcionalmente vigoroso y compuesto por una incondicional franja de colectivos militantes antiimperialistas, pero también por ONGs, sindicatos, partidos e instituciones. Todo ello a una escala y con una fuerza y consistencia que recordaba a la solidaridad internacionalista con la heroica lucha de Vietnam.

Afortunadamente también y fruto de largos procesos de lucha y de acumulación de fuerzas, el campo antiimperialista y popular latinoamericano se ha ampliado y, en estos momentos, Venezuela y Bolivia, junto a Cuba, configuran una nueva relación de fuerzas y muestran, con el ALBA y con el desarrollo de relaciones y sinergias económicas y políticas, que en cualquier escenario de confrontación con el neoliberalismo y con el imperialismo, la presencia moral de Cuba es insustituible. En la conciencia de las masas populares tercermundisras, Cuba goza del reconocimiento y del prestigio de ser un pequeño país del Tercer Mundo que, con aciertos y errores, nuca dejó de ser digno frente al Imperio. Dirigentes populares antiimperialistas como Evo Morales o Hugo Chávez reconocen a Fidel y al proceso cubano el aliento recibido y la inspiración estimulante que continúan generando.

La grave enfermedad de Fidel y la transferencia provisional del liderazgo a Raúl (pero no sólo a él, puesto que la dirección se visualiza como colectiva), así como los propios límites biológicos de estos dirigentes, suscitan el debate y la inquietud sobre la continuidad del proceso histórico que nació con el asalto al cuartel Moncada y la heroicidad y lucidez de unos jóvenes combatientes que entroncaban su programa en las legendarias luchas de Maceo y Martí. A su favor, sin embargo, está la profundidad con que se hunde la experiencia cubana en el curso histórico de Latinoamérica, el modo en que ha condensado lo mejor de toda la tradición insurgente y revolucionaria continental, la consistencia de los cuadros revolucionarios jóvenes que ya ocupan puestos fundamentales en el gobierno (Lage, Pérez Roque), el nivel de cohesión y preparación del pueblo cubano, todo ello invita a pensar en una persistencia de los trazos esenciales del proceso revolucionario: el antiimperialismo, el internacionalismo, el modelo social y humanista, el mantenimiento del control político de la economía. Ahora bien, los peligros y las amanezas son muchos.

Recientemente (noviembre de 2005) el propio Fidel fue quien avisó de que la Revolución podría estar más amenazada desde dentro que desde fuera, que una revolución no podía generar una casta de privilegiados entre sus dirigentes, ni permitir el delito de unos pocos. Tampoco, por supuesto, puede descansar en la búsqueda permanente de mecanismos de mayor participación social. Cuando los "demócratas" occidentales exigen como indignas cacatúas que Cuba haga reformas, Fidel ha respondido que por supuesto, que por eso defienden una revolución que es la mayor de las reformas posibles. Por tanto, el peligro que supone la desaparición de Fidel puede estar relacionado con su vacío para alertar, como ha hecho en otras ocasiones, sobre las necesidades internas de un proceso que siempre está siendo agredido por el imperialismo y que transcurre en una pequeña isla, sin grandes recursos naturales, que apenas hace unas décadas era un atrasado y "oscuro rincón" donde golfeaban los mafiosos norteamericanos. Y , por otra parte, es cierto que no ha de despreciarse la magnitud que las variables psicológicas pueden tener en un proceso histórico, en este caso, asociadas a la descomunal personalidad y capacidad del máximo dirigente de Cuba. Paradójicamente, lo más probable, sin embargo, es que la muerte de Fidel imponga súbitamente elementos esenciales de la agenda revolucionaria que están relacionados con la profundización de la participación y de la democracia social y con la lucha contra las élites emergentes y privilegiadas, quintas columnas que brotan, como las malas hierbas, en el seno de una sociedad como la cubana, atravesada, en un ejercicio de funambulismo casi imposible, por las transformaciones, por las agresiones de los poderosos de la tierra, por las transferencias de poder político y por la exacerbación consiguiente de la lucha de clases.

El prestigio de Cuba entre los pueblos del mundo ha crecido en estos años. Cuba no se doblegó, no se rindió, no silenció su voz, ni tampoco traicionó el espíritu original de sus aspiraciones. Cuba ha restituido el utopismo como “imaginación disciplinada” (W. Morris). Cuba ha resistido y ha iluminado a otros pueblos en los momentos más oscuros, como ejemplo y paradigma de dignidad, de soberanía, de justicia social, de hegemonía de las grandes mayorías en la conducción de un programa histórico de emancipación política.

* ANTONIO GARRIDO es militante de CUT-BAI y activista del movimiento andaluz de solidaridad con Cuba

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