inSurGente.- "(...) Es necesario profundizar en el por qué se siguen produciendo tantas barbaridades sin mayor respuesta que alguna acción de repulsa puntual. Analizar la actual realidad, desde los aspectos ideológicos, organizativos y prácticos del enemigo común, de su influencia en el conjunto de la sociedad, cómo lo consiguen e influyen en las masas trabajadoras y en el conjunto de la izquierda atomizada y dispersa, tanto en la reformista como en la pretendidamente revolucionaria. Cómo desde el análisis objetivo de esa realidad poder establecer respuestas ideológicas que permitan la coherencia organizativa y política con práctica objetiva. (...)" Hagan clic en "Leer más" para acceder a la primera entrega del trabajo.
¿Qué hacer?
por Malime
Extracto sacado de diversas publicaciones y discursos de Marx, de Lenin y de la obra de István Mészáros, “Socialismo o barbarie: La alternativa al orden social del capital” con algún comentario que hemos añadido, en la intención de contribuir al debate sobre temas de tanta trascendencia que no ha sido suficientemente tratados, y que nos mantiene en la confusión, sobre todo tras la caída del llamado Socialismo Real. Con esta modesta aportación se intenta contribuir a que se comprenda o se suscite el interés, sin falsos idealismos, por la Revolución Rusa, el proceso revolucionario popular más grande que se ha dado en la historia de los trabajadores, los condicionantes existentes antes y tras el triunfo de la revolución; también como a pesar de estos condicionantes se dieron pasos gigantescos y como tras la muerte de Lenin el proceso degeneró y se burocratizó hasta la desaparición de la URSS y del llamado Socialismo Real.
Podremos apreciar como en aquel momento histórico, si bien fue posible con cierto grado de formación, conocimiento y organización el generar un proyecto revolucionario que permitiera vencer al caduco aparato estatal burgués, sin embargo fue insuficiente para administrar el nuevo poder al día siguiente del triunfo de la revolución, lo que nos debería hacer pensar, teniendo en cuenta la experiencia histórica, que los nuevos sistemas se generan en el viejo sistema, que es necesario estudiar aspectos básicos del marxismo para poder analizar las nuevas formas de lucha y de poder, imaginar el proceso de cambio desde la realidad que se vive en el actual sistema, que nos permita educarnos en lo que será el nuevo poder, cómo se estructura la participación permanente del sujeto histórico protagonista del nuevo mundo, una nueva forma de lucha y de poder desde abajo hacia arriba, y cómo desde las institucionales burguesas a las que se pueda tener acceso el saber instrumentalizarlas revolucionariamente, y partiendo del análisis de la realidad económica, social y cultural del conjunto de los sectores sociales interesados en el cambio, de su grado de conciencia y de organización, así como del enemigo de clase, propiciar desde ya la autoorganización de lucha y de lo que será el nuevo poder, ya, desde el actual sistema capitalista.
Comprender la unidad dialéctica del ser humano, como ser productivo y político para poder liberarse de la enajenación y el burocratismo, el papel de las vanguardias comunistas y de las masas protagonistas del proceso revolucionario, saber contar con la realidad del momento, tanto desde los medios que disponemos y con los que cuenta el enemigo de clase para poder contrarrestarlos, que nos permita la cohesión ideológica y organizativa, sin cuya comprensión hoy día es imposible que avance cualquier proyecto revolucionario de lucha anticapitalista, un proyecto estratégico y táctico antiimperialista, y de avance futuro del socialismo al comunismo. Si los errores son analizados con objetividad es posible aprender a corregirlos. Comprender el proceso del desarrollo revolucionario en el que era el país europeo capitalista más atrasado en el aspecto económico social, cómo aplicando una interpretación correcta de la dialéctica materialista al lugar y al momento histórico, permitió superar los innumerables condicionantes que culminaron en la revolución.
Es interesante apreciar que en la trayectoria política de Lenin, el desarrollo teórico del marxismo a través de sus múltiples trabajos, estaba ligado a la práctica política. Priorizó la necesidad de que a partir de su ¿Por donde empezar? plasmado en el ¿Qué hacer?, se sentaran las bases mínimas de agrupamiento y cohesión ideológica y organizativa de un grupo dirigente suficiente que permitiera desarrollar la organización revolucionaria con capacidad de conectar y orientar al pueblo explotado. El éxito del leninismo fue posible gracias a esa unidad dialéctica de la teoría y práctica: cohesión ideológica suficiente que diera lugar al desarrollo objetivo teórico y práctico de la revolución. Veremos como a medida que ese grado de organización y desarrollo de la revolución dio lugar a obras básicas sobre la filosofía marxista tendentes a clarificar aspectos del momento, a dar solución a aspectos básicos del marxismo, que si bien habían sido apuntados por los grandes teóricos Marx y Engels, no los desarrollaron en la práctica, y que Lenin sí lo consiguió con obras tan fundamentales ligadas a la fase imperialista del capitalismo: “El Estado y la Revolución”, “El imperialismo fase superior del capitalismo”, así como “ La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo”, además de muchas otras sobre todo las que contribuyeron a ampliar la interpretación científica de la dialéctica materialista. Palmiro Togliatti en el simposio organizado por el Instituto Gramsci en enero de 1958 confirma esa apreciación cuando dice: “Hay en Lenin, por lo menos, tres capítulos principales, que determinan todo el desarrollo de la acción y el pensamiento: una doctrina del Imperialismo como fase superior del capitalismo; una doctrina de la Revolución, y por ende, el Estado y el poder, y una doctrina del Partido. Son tres capítulos estrechamente unidos, fundidos casi el uno con el otro. Cada uno de ellos contiene una teoría y una práctica, es el momento de una realidad efectiva en desarrollo”. Desgraciadamente esos aspectos básicos del marxismo desarrollados por Lenin, por su incomprensión son necesario abordarlos. No han sido tenido en cuenta por multitud de militantes incluso por destacados teóricos marxistas. Muchos de los activistas que se consideran comunistas no han leído esas obras, ni las básicas de Marx y Engels que permiten la comprensión de la filosofía materialista y dialéctica. Recientemente, una luchadora práctica, ejemplo de muchos otros abnegados luchadores, consideraba que en tiempos de Lenin si existía el comunismo en Rusia, de alguna forma trataba de personalizar el fracaso posterior en la cabeza de Stalin, tal era su grado de comprensión teórica del marxismo, sobre las causas que dieron lugar a su caída, y sobre todo del método de análisis materialista dialéctico.
Pocos fueron los que interpretaron la unidad dialéctica del poder productivo y político que permita acabar con el trabajo enajenado, Lenin y Mészáros, el primero desde la teoría y práctica demostrada con la revolución, aunque no pudo desarrollarla dados los condicionantes históricos objetivos que lo impidieron: la base material de desarrollo en aquel inmenso y atrasado país y la inexistencia de una clase obrera lo suficientemente desarrollada en el aspecto productivo y cultural; el segundo desde la interpretación teórica que hace del marxismo, en la obra anteriormente señalad
Muchas de las obras de Lenin fueron conocidas por los “soviéticos” pasado bastante tiempo después de cuando fueron escritas, lo que dio lugar a que se perdiera el significado del momento, y que incluso el objetivo por el que fueron escritas no se cumpliera, dando lugar a que la dinámica existente en el momento fuera la que marcara las pautas posteriores, sobre todo en temas de gran significado y trascendencia. Era fundamental comprender lo que supuso la primera Guerra Mundial y aprovechar esa contradicción interimperialista instrumentalizándola revolucionariamente, anteponiendo las contradicciones de clase a nivel mundial a las contradicciones existentes entre los Estados burgueses imperialistas llamando a la defensa de las patrias, y lo que sería el Estado proletario internacionalista, en vez de caer en el juego en que cayeron los partidos obreros, de Europa, apoyando la guerra “patriótica” nacional imperialista. Sobre este tema Lenin hizo unas anotaciones en el Cuaderno Azul en junio de 1916 bajo el nombre El Marxismo acerca del Estado, que fueron desarrolladas en agosto de 1917 y con unas palabras finales que realizó el 30 de noviembre de 1917, finalmente se publicaron con el título El Estado y la Revolución en 1918, lo que originó que estando ya en el poder el partido bolchevique, muchos de los dirigentes no llegaron a leerlo y que aquellas enseñanzas de tanta importancia y fundamento no fueran suficientemente comprendidas, o no se pusieran en práctica por muchos dirigentes. Rafael Rodríguez Cruz en su comentario publicado en Rebelión, dice: Paradójicamente, al morir Lenin, en junio de 1924, (realmente Lenin murió a las 18,50 del 21 de enero de 1924) El Estado y la Revolución –ese libro que quizás el liderato bolchevique no leyó- se convirtió en un barómetro común para medir la fidelidad a la doctrina del socialismo. Barómetro que como hemos podido comprobar tras la caída de la URSS confirma estos comentarios. Aunque durante sus más de 70 años de vida siguiera llamándose Unión Soviética, la idea de la constitución soviética leninista basada en esa obra nunca se desarrolló en aquel atrasado país, y finalmente a propuesta de Stalin fue reemplazada el 11 de junio de 1936 por una constitución que respondía a la práctica burocrática que se había generado; el país siguió llamándose “soviético” pero no lo era, y quedaba implícito el formalismo institucional del Estado, en el que el poder se perpetuaba en manos de la llamada clase política que era el PCUS y que era semejante al de las constituciones burguesas con su sufragio universal y su falsa división de poderes, su democracia por arriba que nada tenía que ver con la soviética leninista con el soviet desde abajo constituido por los obreros, campesinos y soldados.
Para Lenin al plantearse por donde empezar, la selección de los cuadros y su comprobación en la actividad práctica era una de las tareas más importantes que consideraba debía ejercer el partido. Destacamos en negrita y cursiva sus palabras. Palabras con las que se intenta situar las prioridades: orden y tiempo político del leninismo, que empezaron a ser escritas a partir de finales del siglo XIX. Un orden que responde tanto a la dialéctica del desarrollo del conocimiento y de la lucha política, de la teoría y la práctica que nos ayuden desde la realidad de cada lugar y cada momento histórico, al desarrollo del marxismo y el leninismo en la lucha anticapitalista en su fase de desarrollo productivo, tecnológico e imperialista. Palabras, muchas de ellas sacadas de obras fundamentales como el ¿Qué hacer? resumidas en un compendio con la intención de que fuesen utilizadas para fomentar la formación de cuadros. Los subrayados que se hacen son nuestros.
Seleccionad a las personas necesarias –decía- y controlad la ejecución práctica, y el pueblo apreciará (...) ayudar a todo obrero que se distinga por su capacidad a convertirse en un agitador, organizador, propagandista... de carácter profesional... Obreros entregados a la causa revolucionaria, y en aquellos que por sus cualidades merecían ser liberados del trabajo productivo para dedicar totalmente su tiempo a la revolución. En contra de la opinión de los reformistas y economistas, que consideraban que esa labor solo la podían desarrollar los intelectuales, justificaban su posición sobre la capacidad de los obreros para formarse, por la falta de tiempo. No olvidemos que los propagandistas al servicio de la burguesía son profesionales con la necesaria capacidad formativa generadora de confusión entre los explotados, por cierto muy bien retribuidos, dedicados con total exclusividad a ese trabajo. A este respecto Marx resaltaba como el salario de un profesional de la Comuna de París, era el salario medio de los obreros. Algunos de los actuales reformistas comunistas y socialdemócratas que en algún momento fueron revolucionarios, y que actualmente ostentan cargos en los parlamentos, terminaron siendo absorbidos por la dinámica del juego político institucional burgués, con sus emolumentos, dietas y demás prebendas, que en nada se asemejan a los verdaderos revolucionarios. ¿Quién no conoce el cambio producido en trabajadores que integrados en ese juego terminaron prostituyéndose descaradamente, haciendo de la política un modo de vida suntuoso?. Basta con fijarse en su indumentaria y en algunos de sus nuevos hábitos para cerciorarse del cambio operado.
...seleccionar y promover cuadros revolucionarios del seno de la propia clase obrera. Los cuadros dirigentes del partido deben estar unidos al pueblo por vínculos irrompibles, deben ser fieles sin reservas a la revolución y gozar de la confianza infinita del pueblo. ¿Y donde está el pueblo trabajador? Deberíamos preguntarnos para ser consecuentes con esa necesidad de establecer vínculos permanentes. ¿Están en el cielo? o muy pegaditos a su realidad material-social y productiva: a los centros de producción, servicios, educación, cultura, ocio, vecinal, etc. Pero antes Lenin nos plantea la necesidad de existir cuadros dirigentes, cuadros con la necesaria formación filosófica marxista con capacidad de trasmitirla a los protagonistas del proceso revolucionario socialista, a los explotados que son los que teóricamente reconocemos como correcto pero que en la práctica no se les considera; a los que su supervivencia depende de la venta de su fuerza de trabajo, y objetivamente, aunque su alienación les impida verlo, son los objetivamente necesitados de acabar con la explotación de que son objeto.
Nuestra atención debe dirigirse principalmente a elevar a los obreros a nivel de los revolucionarios y no a descender nosotros mismos indefectiblemente al nivel de la ‘masa obrera’, como quieren los ‘economistas’. Lenin llama economistas, a los reformistas que negaban la necesidad de formación del pueblo trabajador, se limitaban a promover la lucha economicista, a luchas puntuales sin mayor trascendencia, porque su incapacidad ideológica les hacía creer que no es necesaria la formación política e ideológica de los trabajadores para poder dotarse de conciencia comunista y de organizarse como clase dominante, para poder ser la alternativa al Estado burgués. Lenin creía en la capacidad de los trabajadores para a pesar de los condicionantes culturales que padecían, pudieran desarrollar su conciencia de clase comunista, al contrario de los economicistas, reformistas e izquierdistas, que por no creer en esa capacidad del pueblo se limitan a, mediante panfletos pedirles que les voten, o que les sigan a sus convocatorias, que ellos les llevarán al socialismo. No hacen lo necesario, para, con la paciencia que el tema requiere y capacidad organizativa, vincularse a las masas y poder orientarlas y educarlas en los lugares donde estas siempre se encuentran, en donde son explotadas o conviven, para que finalmente el pueblo explotado se convierta en protagonista del proceso revolucionario. También puede ser válida esa crítica a los economicistas que hacen de El Capital una lectura “materialista” grosera, más bien religiosa, de esa obra y del proceso revolucionario, sin tener en cuenta la unidad dialéctica del factor objetivo material y el factor subjetivo también material, que posibilite el protagonismo revolucionario que les corresponde asumir a los explotados, lo que les condiciona además para una interpretación correcta sobre la integración de los trabajadores en el proceso productivo y el concepto del valor en la sociedad socialista. Lenin en sus Manuscritos Filosóficos toma este párrafo de Marx en La Sagrada Familia: “La economía política que acepta las relaciones de propiedad privada como relaciones humanas y racionales se mueve en permanente contradicción con su premisa básica: la propiedad privada, contradicción análoga a la del teólogo, que da constantemente a las ideas religiosas una interpretación humana, con lo cual entra en constante contradicción con su premisa básica: el carácter sobrehumano de la religión.” (...) Y seguidamente en referencia a los condicionantes de la propiedad privada, sobre los costos de producción de los bienes que se generan, al referirse al concepto valor dice: “Pero luego se advierte que el valor es una determinación puramente accidental, que no tiene relación alguna con los costos de producción ni con la utilidad social.” Si esa crítica se hace sobre la sociedad capitalista, qué crítica demoledora presupone para los que consideran ese concepto de valor en la sociedad socialista, lo que a algunos hegelianos-marxistas les lleva a poner como ejemplo de desarrollo socialista el modelo seguido en China. (China tiene casi 700.000 millones de dólares (unos 590.000 millones de euros) en reservas de divisas que está utilizando para comprar bonos del Tesoro americano. (Bloomberg / NUEVA YORK (06-07-2005) (Editado por CINCO DÍAS) - (El mayor tenedor es el Japón con US$ 635.600 millones. China, fue el segundo con una cifra total de US$ 327.700 millones en bonos del Tesoro estadounidense. (22-08-2006) Héctor Vega – Rebelión)
“De cualquier modo, en su movimiento económico la propiedad privada marcha hacia su disolución... está condicionada por la naturaleza misma de las cosas: sólo en la medida en que engendra el proletariado como proletariado, la miseria consciente de su degradación espiritual y física, la deshumanización consciente de su deshumanización... El proletariado ejecuta la sentencia... Cuando el proletariado logra la victoria... Entonces desaparece el proletariado y su contrario, que determina la propiedad privada. Cuando los autores socialistas atribuyen al proletariado ese papel histórico, no es en modo alguno, como pretende hacer creer la crítica, crítica, porque consideran dioses a los proletarios. (...) Se trata de lo que el proletariado es y de lo que se verá obligado históricamente a hacer de acuerdo con su ser.” Solo el explotado si se educa con objetividad, podrá tomar conciencia de la deshumanización de que es objeto, de su realidad social en relación con el mundo existencial, solo entonces podrá asumir el protagonismo que le corresponde. Esa última parte de la frase, aislada, sacada del contexto de la obra de marxista también puede inducir a una concepción determinista del proceso revolucionario sobre el paso del capitalismo al socialismo, cuando estamos comprobando que no es así, sin formación el obrero y el conjunto de la sociedad están abocados a la barbarie y la autodestrucción.
Lenin siguiendo con su discurso material y moral.
...es necesario inculcar en los comunistas la intolerancia con la ambición de poder, el engreimiento y la grosería con los camaradas.
La fuerza de la clase obrera reside en la organización. Sin organización de las masas, el proletariado no es nada. Organizado, lo es todo.
Lenin consideraba como el más grave distanciamiento hacia el pueblo, toda manifestación de burocratismo, de engreimiento y culto a la personalidad (que trataremos más adelante), el afán de concentrar en las propias manos el mayor poder posible, el aparecer en todas partes como protagonista, la sustitución del protagonismo de las masas por el partido o el “máximo” dirigente, la educación de las masas con métodos de ordeno y mando, que objetivamente impiden que el pueblo trabajador sea el protagonista revolucionario para el cambio de sistema.
El capital es una fuerza internacional. Para triunfar sobre él hace falta la unión internacional de los obreros, su fraternidad internacional... Somos internacionalistas. Una falta de interpretación correcta de esta síntesis internacionalista de la revolución mundial hacia el socialismo y el comunismo, es la que hace se confunda la revolución socialista en un solo país, con la transición del socialismo al comunismo en un solo país. Desde una interpretación de la unidad dialéctica del ser humano con la naturaleza no se debe confundir la posibilidad de la revolución socialista en un solo país, con el comunismo en un solo país. El comunismo será mundial o nunca lo será. El desarrollo armónico del conjunto de la materia humana con el conjunto ecológico de la naturaleza, que impida la explotación de la riqueza de unos pueblos por otros, o sobre el conjunto de la naturaleza. Marx en la Crítica del Programa de Gotha en esa relación dialéctica del trabajo con la naturaleza, dice: “El trabajo no es fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (...) el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza del trabajo del hombre.” Abundando en el tema y resaltando el carácter social material de la naturaleza humana Lukacs afirma que “el ser social supone, en su totalidad y en todos sus procesos singulares, el ser de la naturaleza inorgánica y orgánica. El ser social no puede ser concebido como algo independiente del ser natural, como su contrario excluyente.” Es imposible imaginar el que en un país se llegue al comunismo, que cada ciudadano de ese presunto país en vez de recibir por lo que produce, reciba lo que necesite, mientras otros pueblos se mueven en la penuria económica y social, lo que de hecho se traduce en una insolidaridad que nada tiene que ver con la dialéctica de la naturaleza basada en la solidaridad material del conjunto del mundo existencial, social y natural. No todos los lugares permiten las mismas materias primas para el desarrollo armónico de cada pueblo, ni todas las culturas tienen porque ser iguales, con las mismas necesidades, máxime cuando el mundo material es tan complejo, cuando las energías fósiles se agotan y hará que a nivel mundial se limite el transporte y la fabricación e intercambio de productos derivados de esas materias fósiles. Unos pueblos cubren sus necesidades básicas de subsistencia y alimentación con unos productos y otros las cubren con otros que su tierra les permite o con las básicas que solidariamente puedan recibir de otros lugares o pueblos. La realidad material de cada pueblo hace que las culturas de estos sean diversas. El mundo de la materia es finito en la forma en que se manifiesta, aunque infinitas sean las formas en que se manifiesta, la característica intrínseca de la materia: el movimiento y cambio permanente, así nos lo hace ver. El petróleo se convierte en gasolina en plásticos o en otros productos, incluso en contaminación atmosférica que influye de forma determinante en la naturaleza, pero como petróleo esta llamado a desaparecer en pocos años. El comunismo solo puede ser armonía humana y ecológica global, desde el comunismo en un solo país es imposible se de esa necesidad armónica.
En la octavilla La Unión de lucha a los obreros y socialistas de Petersburgo, que Lenin escribió en 1898 desde Siberia, decía: “Hacen falta agitadores legales... Dada la situación de clandestinidad que se encontraban los revolucionarios en Rusia, y poder vincularse al pueblo. A este respecto no debemos idealizar la legalidad de la democracia burguesa, pues hay que ser conscientes de que tiene mecanismos burocráticos con los que ilegalizar y reprimir a partidos obreros en cualquier momento, como sucede con Batasuna[1] inventándose leyes con las que acusarles de terroristas, cuando la verdadera razón es por la fuerza que esa organización manifiesta desde el poder alternativo que supone el pueblo organizado desde abajo, desde la calle, más que desde los parlamentos burgueses. que sepan hablar a los obreros de tal modo que sea imposible entregarlos por ello a los tribunales... Hacen falta distribuidores de publicaciones y octavillas. Hacen falta organizadores de círculos y grupos obreros. Hacen falta corresponsales en todas las fábricas y empresas... Hacen falta enlaces para la entrega de publicaciones... Hacen falta agentes entre los intelectuales y los funcionarios públicos que tienen relaciones con... la policía, la inspección fabril, etc”. Lenin se refiere aquí a la necesidad de generar una organización partidaria vinculada a las masas, con capacidad de penetrar en las fábricas y en los barrios populares para desde esa capacidad organizativa de vinculación directa poder orientarlas, realizar el necesario y paciente trabajo educador de masas, ya que la educación de las masas no es cuestión de confiar en panfletos llamando a la movilización, sino de un trabajo personalizado y colectivo constante, que una la lucha puntual con la formación y organización autónoma y alternativa de las propias masas, incluso de influir en los miembros de los aparatos represivos del Estado. Una organización con células y comités, donde los militantes comunistas en cada centro de producción pueden analizar la realidad del lugar y aplicar la política del partido, de generar organización alternativa anticapitalista con los trabajadores de mayor sensibilidad. Lenin de manera sencilla cuando se dirigía a los trabajadores, se esforzaba en provocar objeciones, el deseo de entrar en discusión, y de ese modo se conseguía profundizar en el fondo del problema, era el mejor método para que los oyentes al intervenir expusieran lo que creían entender. Era constante su preocupación e insistencia por la formación de los cuadros y dirigentes de los círculos obreros. “Vosotros debéis leer más, tenéis que formaros y formar a los otros... es necesario trabajar con todas las fuerzas. Tenéis que desarrollaros políticamente, y entonces el trabajo en los círculos será para vosotros un placer.” Como dirigente de los círculos obreros, Lenin se caracterizaba por su actitud no sólo para enseñar sino, además, para aprender constantemente de los obreros, para estudiar su vida y sus condiciones de trabajo.
Por otra parte no podemos olvidar que los agentes policiales, son parte del pueblo, con familiares, padres, hijos, hermanos que venden su fuerza de trabajo a los capitalistas, y que llegado el momento de crisis del sistema y de organización alternativa de las masas explotadas, les resultaría muy difícil romper los vínculos de solidaridad familiar, reprimiendo a sus familiares si estos participaran en la lucha tomando las calles para exigir sus derechos y la toma del poder. Contra los poderosos medios de dominio y alienación, debemos considera que solo una organización con ese grado de comprensión y organización capaz de conectar con el conjunto del pueblo explotado y alienado, hará posible que este tome conciencia de su protagonismo revolucionario.
Referente a las publicaciones tendentes a la formación y agitación de los obreros, escrito a finales de 1899. ... el periódico que quiera ser órgano de todos los socialdemócratas rusos debe estar al nivel de los obreros avanzados; no debe rebajar su nivel artificialmente, sino, por el contrario, elevarlo sin cesar y seguir con atención todos los problemas tácticos, políticos y teóricos... El obrero medio no comprenderá algunos artículos del periódico que sea órgano del partido, no tendrá una idea completa de algún problema teórico o práctico complicado. Mas de ahí no se deduce, ni mucho menos, que el periódico deba descender al nivel de la masa de sus lectores. Antes al contrario: tiene el deber precisamente de elevar el nivel de sus lectores y ayudar a promover obreros avanzados del sector de obreros medios... para influir en tales sectores -en referencia a la masa de los sectores más atrasados del proletariado- es preciso utilizar otros medios de agitación y propaganda: folletos escritos en el lenguaje más popular, agitación oral y –lo que es principal- hojas dedicadas a los hechos locales... la agitación entre los sectores obreros inferiores debe conceder el más vasto campo de acción a las cualidades personales del agitador y a las peculiaridades del lugar, la profesión, etc... Hay que dejar que cada agitador elija los medios de que dispone: un agitador produce la mayor impresión por su entusiasmo; otro, gracias a su sarcasmo y mordacidad; otro, por el acierto con que aduce multitud de ejemplos, etc... El agitador debe hablar de tal modo que sea comprendido; debe partir de lo que conocen bien sus oyentes... Con los cocheros hay que hablar de distinta manera que con los cajistas. La agitación debe ser individualizada, pero nuestra táctica, nuestra actividad política, deber ser única... quienes, enfrascados en la lucha económica, olvidan la agitación y la propaganda política, la necesidad de organizar el movimiento obrero para la lucha del partido político, se privan, además de otras cosas, incluso de la posibilidad de organizar con firmeza y éxito la incorporación a la causa obrera de los sectores inferiores del proletariado. Desde el exilio en el extranjero, Lenin aprovechaba para visitar la biblioteca pública, estudiaba sus publicaciones marxistas, tomaba notas, hacía resúmenes, contribuyó a la edición de colecciones populares para los trabajadores en una compilación titulada “El Trabajador”. Resulta curioso, -por decirlo de alguna manera-, como aspectos tan elementales a considerar han sido olvidados, o más bien despreciados por organizaciones que se consideran marxistas o revolucionarias, no se autoanalizan para ver cómo conseguir influir con el trabajo paciente y educador entre las masas explotadas y alienadas. Si se planteasen abordarlos se darían cuenta del grave distanciamiento organizativo en que se encuentran para poder ponerlo en práctica. Hoy día, gracias al desarrollo tanto técnico y productivo como cultural y educativo, se hace imprescindible como dijo Gramsci, que la lucha ideológica vaya unida a la lucha política y económica para poder elevar la conciencia de los trabajadores y para que éstos puedan organizarse de forma alternativa. No se trata, como se limitan algunas organizaciones políticas, intentar vender sus publicaciones a los que asisten a las manifestaciones, sino de poder vender su prensa de forma sistemática a través de sus militantes organizados en células vinculadas a los centros de producción o de servicios, a los barrios populares, a sus asociaciones vecinales o de cultura y ocio. La prensa obrera revolucionaria debe vincular la denuncia con la formación política e ideológica, para ello es necesario que el vendedor sea un activista con formación marxista capaz de al mismo tiempo que se la vende a sus compañeros de trabajo o lugar de convivencia, el incitarles a comentar con ellos el contenido de la prensa y las publicaciones obreras, intentar desarrollar su conciencia de clase mediante el dialogo y la invitación a la autoorganización popular, incluso, cuando el grado de conciencia del compañero llega a tal nivel proponerle su vinculación a la organización partidaria.
Durante el otoño de 1895, se produjo en Rusia un acontecimiento histórico de gran trascendencia histórica para aquel país y la lucha política de los obreros a nivel mundial: bajo la dirección de Lenin, los círculos marxistas de Petersburgo se agruparon en una organización política única, que fue el germen del partido. En diciembre, dicha organización se denominó “Unión de lucha por la emancipación de la clase obrera”. Vinculaba la acción de los obreros por la satisfacción de sus necesidades económicas cotidianas con la lucha política contra el zarismo y la explotación capitalista. Fue el comienzo de la lucha obrera desde la bandera del marxismo. Editaron el periódico obrero “La Causa Obrera” (Rabócheie Dielo). En el verano de 1896 tuvieron lugar en Petersburgo grandes huelgas que repercutieron en Moscú. Sobre ellas escribió Lenin, “...abrieron la era del movimiento obrero que ascendió luego sin cesar, lo cual constituye el factor más poderoso de toda nuestra revolución”.
A primeros de diciembre de 1895, junto a un grupo de compañeros, Lenin fue detenido y encarcelado. Más de 14 meses permaneció encarcelado. Desde allí siguió manteniendo su actividad revolucionaria con escritos que escapaban al control carcelario. Escribía sus trabajos con jugo de limón o con leche vertida en pequeños tinteros hechos de pan, luego esos papeles fuera eran calentados o sumergidos en agua caliente, haciendo visibles las ocultas líneas escritas. Con los compañeros encarcelados se escribía también aprovechando los libros de la biblioteca, señalando con puntitos las letras necesarias con las que componía sus palabras. El 13 de febrero de 1897 se le comunicó que había sido condenado a tres años de destierro en la Siberia Oriental. Escribió varios artículos, entre otros: ¿A qué herencia renunciamos?, Nuestro programa, Nuestra tarea inmediata, Un problema inaplazable, en los que recogiendo la tradición revolucionaria de su país, definía lo que debía ser la actitud revolucionaria del partido proletario. No pudo asistir al primer congreso del P.O.S.D.R. celebrado en Minsk en marzo de 1898 al que solo asistieron 9 delegados, muchos de ellos fueron detenidos posteriormente, por lo que ese congreso no tuvo mayor repercusión que la de dar lugar a la constitución formal del partido. Antes de su partida al extranjero, de forma ilegal consiguió realizar un viaje a Petersburgo, donde contactó con el grupo “Emancipación del trabajo” para tratar sobre la publicación de un periódico marxista “Iskra” (La Chispa) y de una revista política “Zaria” (La Aurora) que se publicaron desde el extranjero.
En su obra ¿Qué hacer?, (escrita durante el segundo semestre de 1901 y principios de 1902, publicada en marzo de ese año en Stuttgart, y aprobada en el II Congreso del P.O.S.D.R.), al polemizar con los “economistas”, decía: La conciencia política de clase no se le puede aportar al obrero más que desde el exterior, esto es, desde fuera de la lucha económica, desde fuera de la esfera de las relaciones entre obreros y patronos. La experiencia nos demuestra como los grandes teóricos marxistas que desarrollaron con una base científica una filosofía revolucionaria no procedían de la clase obrera, fueron intelectuales que asumieron el papel protagonista que correspondía ejercerlo a esa clase social mayoritaria. Gramsci decía que el marxismo había que interpretarlo desde el leninismo, al considerar que si bien es cierto que el conocimiento del marxismo se sustenta en una base científica con la que interpretar el mundo existencial, y que los obreros por nacer obreros no nacen con un a conciencia comunista, no son libres; la conciencia y el conocimiento les viene de fuera, por gentes intelectuales que gracias a tener cubiertas las más elementales necesidades les permite cierta libertad, y pueden dedicar su tiempo al estudio y la difusión de la ciencia social con lenguaje comprensible. Gramsci unía la lucha económica y política a la lucha ideológica, sin la cual hoy día es imposible que se genere un proceso organizativo consciente verdaderamente revolucionario. La única esfera en que se puede encontrar estos conocimientos es la esfera de las relaciones de todas las clases y capas con el Estado y el gobierno, la esfera de las relaciones de todas las clases entre sí... la respuesta con la que se contempla, en la mayoría de los casos, los militantes dedicados al trabajo práctico, sin hablar ya de los que se inclinan hacia el “economismo”, a saber: Hay que ir a los obreros, para aportar a los obreros conocimientos políticos... Debemos ir a todas las clases de la población como teóricos, como propagandistas, como agitadores y como organizadores. Lenin critica a los grupos existente entonces y ahora, los practicistas y economicistas que desprecian la capacidad teórica y práctica de los trabajadores, plantea la unidad dialéctica existente a tener en cuenta en cada momento histórico, la estructura y la superestructura concreta de cada Estado. En la actual fase oligárquica e imperialista, el análisis de la composición social y las relaciones que existen entre las clases antagónicas y las diferentes capas de la población, es una necesidad imprescindible a realizar en cada país para poder establecer una estrategia y táctica antiimperialista verdaderamente revolucionaria, que una a todos los sectores dañados por el poder oligárquico, incluido a sectores del propio bloque burgués, como puede ser la pequeña burguesía, que finalmente rompa la estructura de poder dominado por la oligarquía imperialista nacional e internacional. En ese sentido y dado el momento histórico de Rusia, interpretando el marxismo de forma creativa decía en: “Las tareas de los socialdemócratas rusos”. De ningún modo miramos la teoría de Marx como algo acabado e intangible; por el contrario, estamos convencidos de que se han colocado sólo las piedras angulares de la ciencia que los socialistas deben llevar adelante en todas direcciones si no quieren quedar rezagados de la vida. Consideramos que para los socialistas rusos es especialmente indispensable la elaboración independiente de la teoría de Marx, pues dicha teoría da sólo los principios generales rectores, los cuales se aplican en Inglaterra de modo particular, distinto que en Francia; en Francia, de modo distinto que en Alemania; en Alemania, de modo distinto que en Rusia.
Continuando sus consideraciones sobre la organización revolucionaria del partido dice: Por “hombres inteligentes” en materia de organización hay que entender tan sólo, como lo he indicado en varias ocasiones, los revolucionarios profesionales, lo mismo da que sean estudiantes u obreros quienes se forjen como tales revolucionarios profesionales. Pues bien, yo afirmo: 1) que no puede haber un movimiento revolucionario sólido sin una organización de dirigentes estable y que asegure la continuidad; 2) que cuanto más extensa sea la masa espontáneamente incorporada a la lucha, masa que constituye la base del movimiento y que participa en él, más apremiante será la necesidad de semejante organización y más sólida deberá ser ésta (ya que tanto más fácilmente podrá toda clase de demagogos arrastrar a las capas atrasadas de la masa); 3) que dicha organización debe estar formada, en lo fundamental, por hombres entregados profesionalmente a las actividades revolucionarias...
Un revolucionario blandengue, vacilante en las cuestiones teóricas, limitado en su horizonte, que justifica su inercia con la espontaneidad del movimiento de masas, más semejante a un secretario de tradeunión (sindicato) que a un tribuno popular, incapaz de presentar un plan audaz y de gran alcance que imponga respeto incluso a sus adversarios, inexperto e inhábil en su arte profesional ¡no es, con perdón sea dicho, un revolucionario, sino un mísero artesano. Este mensaje debería servirnos a todos de autocrítica, de forma que nos suscitase la necesidad de la formación teórica permanente y desarrollo del espíritu crítico, que nos impida ser arrastrados por demagogos que debido a nuestra debilidad ideológica consiguen cierto culto a su personalidad y un seguidismo practicista que no conduce a ningún lugar, en todo caso, con el tiempo al cansancio, la desmoralización y el abandono de la lucha. Cuantos revolucionarios “prácticos”, terminaron encerrándose en su casa, o evadiéndose con banalidades con las que poder justificar su existencia y sentirse más o menos realizado hasta el fin de su vida.
¡Dadnos una organización de revolucionarios y removeremos a Rusia en sus cimientos!
...no hay hombres porque no hay dirigentes, no hay jefes políticos, no hay talentos organizadores capaces de realizar un trabajo amplio y, a la vez, unificado y coordinado, que permita utilizar todas las fuerzas, hasta las más insignificantes. Una invitación que nos hace Lenin para que nos miremos, miremos a nuestro alrededor inmediato y más lejano, al mismo tiempo de comprobar cómo el imperialismo está organizado a nivel local, nacional e internacional con la que puede cometer las mayores aberraciones con total impunidad. Cómo nos entretienen y nos dejan criticarles desde nuestro limitado ámbito de influencia y disperso mundo desorganizado. No les asusta en tanto ello no se materialice en una organización comunista nacional e internacional cohesionada ideológica y organizativamente que influya en la autoorganización popular nacional e internacional. Internet un moderno medio tecnológico de comunicación no contribuye a dotarnos de la cohesión y organización revolucionaria, si nos fijamos hay multitud de grupos revolucionarios, de denuncias y peticiones puntuales solicitando nuestra firma de solidaridad que en nada contribuyen a que sigan cometiéndose burradas en todos los lugares, o de magníficos artículos denunciadores de las burradas imperialistas, pero que no van más allá de la denuncia del efecto en sí, no contribuyen a ir al fondo del problema e intentar dar soluciones objetivas. Tantos mensajes terminan por agotarnos y son mandados a la papelera sin apenas leerlos. No somos capaces de utilizar ese medio para ir más allá de la mera denuncia, de aprovechar el generar que el intercambio de ideas se traduzcan en organización visible en cada localidad, nacional e internacional. De nada sirve Internet si cuando estamos de acuerdo en determinados mensajes, esos mensajes no se traducen en la necesidad de contactos personales que nos permitan vernos, incluso entre los más próximos geográficamente, conocernos y sentirnos necesitados de la continuidad en el ágil contacto personal para profundizar en el tema mediante el dialogo directo y que ello se traduzca finalmente en proyecto organizativo más comprometido. Vivimos en un moderno destierro tecnológico que nos aísla, que nos impide verlo, porque nuestros mensajes vemos que fluyen por doquier a lo largo de ese espacio que llega a diversos personas, grupos y países y creemos, sin valorar lo que conseguimos.
El 29 de enero de 1900 después de cumplir su condena en Siberia Oriental Lenin fue desterrado de Rusia, de donde salió en julio de ese año. Durante los tres primeros años de destierro en países europeos aprovechó para documentarse en bibliotecas y escribir más de treinta obras que envió a Rusia lo que le permitió de forma objetiva eludir el desterrador aislamiento, y contribuir al desarrollo del proceso revolucionario nacional e internacional.
Del folleto escrito desde Londres entre el 1 y 11 de septiembre de 1902: Carta a un camarada acerca de nuestras tareas de organización.
Después del comité, (...) subordinados a él, los siguientes organismos: 1) discusión (conferencia) de “los mejores” revolucionarios; 2) círculos de distrito, con 3) un círculo de propagandistas adjunto a cada uno de ellos; 4) círculos fabriles, y 5) “asambleas representativas” de delegados de los círculos fabriles del distrito correspondiente.
...respecto a los grupos de distrito (...) una de sus tareas más importantes es organizar con acierto la distribución de publicaciones.
El comité debe esforzarse por dividir al máximo el trabajo, teniendo presente que para los diferentes aspectos de la labor revolucionaria son necesarias facultades distintas, que un hombre completamente inadecuado como organizador puede ser un agitador insustituible, o que un hombre incapaz de resistir la más rigurosa clandestinidad será un excelente propagandista, etc.
Tienen para nosotros una importancia especial, ya que toda la fuerza principal del movimiento radica en el grado de organización de los obreros en las grandes fábricas... se encuentra la parte de la clase obrera no sólo predominante por su número, sino, además, ... por su influencia, desarrollo y capacidad de lucha. Cada fábrica debe ser una fortaleza nuestra.
El grupo fabril o el comité de fábrica o empresa... ha de estar compuesto de un número muy pequeño de revolucionarios, que reciben directamente del comité las misiones a cumplir... la composición del comité fabril tiene una importancia muy grande, y una de las preocupaciones principales del comité debe consistir en organizar acertadamente estos subcomités.
...el tipo general de organización deberá ser, a mi juicio, el siguiente: todo movimiento local y toda actividad socialdemócrata local serán encabezados por el comité. Del comité partirán los organismos y sucursales subordinadas a él,... estará organizada como grupos de distrito y subcomités fabriles (de empresa)... En segundo lugar, partirá también del comité una serie de círculos y grupos de todo género que sirven al movimiento en su conjunto (propaganda, transporte, medidas clandestinas de diverso tipo, etc.). Todos los grupos, círculos, subcomités, etc., deberán ser considerados organismos del comité o sucursales suyas. Si comparamos esta forma de estructura revolucionaria con la que existe en los partidos comunistas, basadas en Agrupaciones heterogéneas, sin comités o células en los centros de producción o barrios populares, se comprenderá la falta de influencia de los comunistas en los lugares donde los trabajadores siempre están y donde sufren la explotación directa con más claridad. Las actuales estructuras de los partidos comunistas integrados en el juego institucional burgués, es semejante a la de las organizaciones socialdemócratas, cuya composición y compromiso de lucha militante se corresponde con la estratégica de lucha política supeditada al formalismo institucional del Estado burgués y al apoyo a los cargos institucionales del partido, para intentar conseguir un máximo de votos con los que pretender perfeccionar el Estado burgués y hacerlo más social. Ante la multitud de partidos comunistas y organizaciones anticapitalistas, dada su falta de vinculación a las masas, en ciertos momentos se ven necesitados de verse, reunirse, no tanto para profundizar en los aspectos ideológicos básicos y conseguir la necesaria unidad ideológica que permita poder superar la dispersión comunista que padecen y la organización unitaria revolucionaria, sino para desde esa evidencia de falta de fuerza organizativa e influencia de masas, intentar llegar a acuerdos sobre acciones de calle llegar a acuerdos en cuanto a la elaboración de carteles y octavillas con la correspondiente “sopa de siglas” de las organizaciones, con las que como activistas poder sentirse realizados políticamente. Desgraciadamente, en esa sopa de siglas convocantes, lo vemos en las manifestaciones, generalmente detrás de sus pancartas se puede ver el grado de organización partidaria de cada uno de los convocantes, algunas organizaciones dado su limitado grado de organización se ven incapacitadas de poder elaborarlas, que su sigla se vea a través de alguna de las pancartas, brillan por su ausencia.
El 15 de Agosto de 1902, Lenin celebró en Londres una reunión con representantes del Comité de Petersburgo del P.O.S.D.R., de la organización rusa de la “Iskra”, (el grupo del exterior encargado de la edición, era controlado por Plejánov, Axelrod y Zasúlich, con los que finalmente Lenin mantuvo discrepancias ideológicas y políticas insalvables), de la “Unión del Norte del P.O.S.D.R.”, y en dicha reunión se creó el núcleo iskrista del Comité Organizador para la convocatoria del II Congreso del Partido, que finalmente se celebró entre el 17 (30) de julio y el 10’ (23) de agosto de 1903, en un principio en Bruselas, pero debido a la persecución de la policía belga se vio obligado a trasladarse a Londres para concluirlo. Asistieron 43 delegados, que representaban a 26 organizaciones del partido.
(Discusión de los Estatutos del Partido)
Pasando al fondo del asunto, diré que el camarada Trotski no ha comprendido en absoluto el pensamiento fundamental del camarada Plejánov, debido a lo cual ha eludido a sus razonamientos toda la esencia del problema. Ha hablado de intelectuales y de obreros, del punto de vista clasista y del movimiento de masas, pero no ha advertido una cuestión fundamental: ¿restringe o amplia mi fórmula el concepto de miembro del partido? Si se hubiera hecho esta pregunta, habría visto sin ninguna dificultad que mi fórmula restringe este concepto, mientras que la de Mártov lo amplia, [2] distinguiéndose por su “elasticidad”... que... abre sin duda las puertas a todos los elementos de dispersión, vacilación y oportunismo... El camarada Trotski ha comprendido muy equivocadamente la idea fundamental de mi libro ¿Qué Hacer? (que comienza con la cita de Marx[3]), pues dice que el partido no es una organización conspirativa (esta objeción me ha sido hecha también otros muchos). Ha olvidado que el partido debe ser únicamente el destacamento de vanguardia, el dirigente de la inmensa masa de la clase obrera, la cual actúa en su totalidad (o casi en su totalidad) “bajo el control y la dirección” de las organizaciones del partido, pero que en su totalidad no pertenece ni debe pertenecer al partido.
Es de resaltar el entrecomillado que Lenin realiza sobre el control y dirección de los trabajadores, que pueda inducir a algunos a negar el papel protagonista que corresponde a los trabajadores en el proceso revolucionario, debemos entenderlo, solo como dirigente desde el conocimiento de la filosofía marxista, como destacamento de vanguardia, educando y orientando la dirección a seguir. El debate se cuestiona desde la situación de clandestinidad que preservaba al partido de los golpes policiales, pero al mismo tiempo, coincidiendo con el Manifiesto Comunista, se resalta las únicas diferencias existentes entre la masa trabajadora y los comunistas que no es otra que la del conocimiento del marxismo, que como toda filosofía con base científica no nos viene dada sino que requiere del estudio para su conocimiento. No se trataba de la confusión reformista de Martos sobre el partido dirigente, defendiendo ese carácter y el poco compromiso militante de los afiliados, o como hacen muchos reformistas cuando de hecho niegan el papel protagonista que en el proceso revolucionario les corresponde desempeñar a los trabajadores, ni del que realizan los izquierdistas desde ese ángulo pretendidamente vanguardista en el que se sitúan, cuando de hecho tampoco creen en la capacidad de los trabajadores de educarse y organizarse como clase protagonista en la lucha por la revolución socialista, y dominante cuando se produce la toma el poder, al confundir el papel de vanguardia educadora que les corresponde ejercer a los verdaderos comunistas, subiéndose al pedestal del poder y suplantando el protagonismo de la lucha por el poder y el poder en sí mismo, limitándose a generar proclamas para que los trabajadores les sigan, en vez de vincularse a ellos en los lugares donde siempre están, donde laboran y viven, para poder realizar la educación paciente que es necesario desarrollar incluso cuando estos tomen el poder.
El trotskismo tal vez sea el que históricamente ha defendido ese pretendido vanguardismo confusionista (partido, masas seguidistas) que a Lenin le llevó a criticar, tanto a Martov como a Trotsky, diferenciando desde la situación de clandestinidad, no confundiendo el compromiso militante y el papel dirigente del partido con el papel protagonista de las masas en el proceso revolucionario. Después de la caída de la URSS, de su crítica al estalinismo, que no al fondo del problema del poder que era la revolución soviética leninista, el trotskismo sigue en esa visión vanguardista e instrumentalizadora sobre el protagonismo de las masas. Incluso cada grupo trotskista, desde su individual interpretación organizativa del trotskismo siguen con la práctica del entrismo en otras organizaciones, no para ayudar a la unidad de los comunistas, sino para imponer burocráticamente su autoridad dirigente sobre el conjunto de la organización penetrada. Lenin en su obra “La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo”, (escrita en Zurich entre enero y julio de 1916, aunque se publicó por primera vez en Petrogrado recién en abril de 1917) se extiende en esta denuncia sobre el izquierdismo, aunque destaca su crítica por la incomprensión que los izquierdistas tienen para instrumentalizar las instituciones burguesas, para combinar la lucha desde abajo, desde la calle, y desde arriba, desde las instituciones del Estado burgués. También los seudo-marxistas reformistas, no por el contenido sino por el título de la obra (que muchos si siquiera han leído) acusan de izquierdismo a todo el que discrepe de su entreguismo al juego institucional burgués.
Haciendo historia del proceso revolucionario y el impacto que supuso el triunfo de la revolución soviética, dice: ¿No convendría que las saturaciones entusiastas al Poder de los Soviets y a los bolcheviques se vieran acompañadas con mayor frecuencia del más serio análisis de las causas que han permitido a los bolcheviques forjar la disciplina que necesita el proletariado revolucionario? No quedarse en salutaciones sobre el efecto que provocó el triunfo, sino profundizar en el fondo del proceso revolucionario, el recorrido y prioridades leninistas establecidas que dio lugar al bolchevismo cohesionado ideológicamente y la victoria del proletariado finalmente organizado comunalmente a través del soviet.
El bolchevismo existe como corriente del pensamiento político y como partido político desde 1903. Sólo la historia del bolchevismo en todo el periodo de su existencia puede explicar de un modo satisfactorio por qué el bolchevismo pudo forjar y mantener, en las condiciones más difíciles, la disciplina férrea necesaria para la victoria del proletariado.
La primera pregunta que surge es la siguiente: ¿cómo se mantiene la disciplina del partido revolucionario del proletariado?, ¿cómo se comprueba?, ¿cómo se refuerza? Primero, por la conciencia de la vanguardia proletaria y por su fidelidad a la revolución, por su firmeza, por su espíritu de sacrificio, por su heroísmo. Segundo, por su capacidad de ligarse, de acercarse y, hasta cierto punto, si queréis, de fundirse con las más amplias masas trabajadoras, en primer término con las masas proletarias, pero también con las masas trabajadoras no proletarias. Tercero, por lo acertado de la dirección política que ejerce esta vanguardia, por lo acertado de su estrategia y de su táctica políticas, a condición de que las masas más extensas se convenzan de ello por experiencia propia. Sin estas condiciones, es imposible la disciplina de un partido revolucionario verdaderamente apto para ser el partido de la clase avanzada, llamada a derrocar a la burguesía y a transformar toda la sociedad. Sin estas condiciones, los intentos de implantar una disciplina se convierten, inevitablemente, en una ficción, en una frase, en gestos grotescos. Pero, por otra parte, estas condiciones no pueden brotar de golpe. Van formándose solamente a través de una labor prolongada, de una dura experiencia; su formación se facilita con una acertada teoría revolucionaria que, a su vez, no es un dogma, sino que sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la experiencia práctica de un movimiento verdaderamente revolucionario. Aunque en este párrafo no hace mención a la cohesión ideológica, habla de corriente de pensamiento político, es evidente que sin ella hubiese sido imposible llegar a tal grado de organización e influencia para el triunfo de la revolución.
En ese sentido instrumentalizador sobre las instituciones del Estado burgués, con motivo del XV Congreso del PCE redactamos esta resolución que fue aprobada por el Congreso aunque nunca se llevó a la práctica y ya en el XVI Congreso fue suprimida[4].
En referencia a la posición de Mártov dice: ...en unas condiciones que obligan a concentrar la mayor parte de la actividad en estrechos círculos secretos e incluso en entrevistas personales, nos es difícil en grado máximo, casi imposible, deslindar a los charlatanes de los que trabajan. Desgraciadamente esa polémica con Mártov aunque desde otras condiciones, dado el nivel ideológico de la militancia comunista, es de actualidad, se da a pesar de la actual situación de legalidad burguesa que facilitaría la formación de los militantes comunistas. El compromiso político revolucionario de los militantes de muchos de los partidos comunistas integrados en el juego institucional burgués, sin ninguna visión instrumentalizadora posible de él propiciando la presión desde arriba y desde abajo, contribuye a que se facilite la estructura organizativa reformista. Basta con aceptar ser marxista aunque no haya leído nada de Marx, basta con que un militante esté afiliado a una agrupación y pague su cuota, para que pueda ser miembro del partido aunque no actúe políticamente ni en su lugar de trabajo, barrio o movimiento social, agitando o creando organización partidaria celular con los trabajadores más conscientes. Su profesionalidad revolucionaria brilla por su ausencia. De esa forma en una organización burocrática, el “tribuno” con mayor capacidad en el ejercicio de la verborrea y práctica burocrática, es asumido como líder. Vale más que diez hombres que trabajan no se denominen miembros del partido (¡quienes trabajan de verdad no corren tras los títulos!) que un charlatán tenga el derecho y la posibilidad de ser miembro del partido. He ahí un principio que me parece irrefutable y que me obliga a luchar contra Mártov.
Presentación del libro "Por Andalucía libre. La posverdad sobre la lucha
por la autonomía andaluza" de Rafael M. Martos
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El viernes 29 de noviembre presentaremos en Granada el libro *Por Andalucía
libre. La posverdad sobre la lucha por la autonomía andaluza* del
periodista ...
Hace 3 días
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