miércoles, 13 de enero de 2010

Daniel Bensaïd: Por sus obras le conoceréis

No se puede decir que la de Daniel no ha sido una muerte anunciada.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

No se puede decir que la de Daniel no ha sido una muerte anunciada. Fue por aquel tiempo, principios o mediado de los noventa, cuando parecía que teníamos prohibida las buenas noticias, y mientras comentaba con alguien la reciente muerte de Ernest Mandel, que alguien (creo que Diosdado Toledano), me comentó que Daniel estaba muy mal. Que tenía un cáncer…

Mi imagen de Daniel es la que aparece arriba. La he tenido que buscar entre muchas, y estaba a punto de escanear una ilustración de 1969 de sus memorias, cuando la he encontrado. Acababa de llegar a París buscando la República y la internacional, y me metí en la JCR que estaba a punto de ser la “Ligue”, y Daniel Bensaïd estaba casi por todas parte. A Daniel alias “Jebraq”, te lo encontrabas en el local, en la universidad, en los actos públicos, en las sesiones de formación, en las reuniones específicas, yo que sé, para discutir sobre el último libro de Louis Althusser o en una comisión sobre Palestina. No descansó un minuto en los debates ni en el congreso de la “Ligue”, lo recuerdo discutiendo con Tariq Ali y con tal y tal en el IX Congreso de la IV Internacional, celebrado en Rimini, para mí la ciudad de Fellini, tomó parte de las reuniones de la comisión sobre “L´Espagne” junto con Lucía González y Jaime Pastor. Para colmo, Daniel escribía en todas partes: Rouge, Quatriéme Internationale, Cahiers Rouge, boletines internos, etcétera.

No tenías tiempo para leerlo todo.

Era la imagen de “otro trotskismo”, increíblemente joven (1946), delgado, bromista, inquisitivo, lo podías escuchar hablar del Marx joven, citar a Heine, debatir con nombres que hoy ya casi nadie recuerda, ciar reuniones con los camaradas de tal o cual país, escuchar un alud de intervenciones duras para responder con tranquila y dominio. Era el camarada universitario en el mejor sentido de la palabra, alguien que podía citar a Walter Benjamin o a William Faulkner, y por supuesto al viejo…Para los que todavía andábamos con el trotskismo de la resistencia, pensando en que la travesía del desierto era mucho más larga, Daniel era un viento de aire fresco, el amarada que nos creaba dudas, que nos obligaba a repensar, que se subía a las barbas del abuelo, que comprendía el tiempo que nos había precedido en el que todavía estaban instalados los camaradas del SWP, y en el que algunos nos sentíamos más seguro. Quizás por aquí íbamos con mucho atraso, parecía que todo estaba por hacer. Pero Daniel venía nuestras reuniones y planteaba “questions” tras “questions”.

En los setenta, Daniel siempre estuvo un poco presente en los debates internos de la LCR. Así en el tiempo de la ruptura en marca-encrucijada, el punto de adhesión o de crítica era El segundo aliento, un libro que a mi me recordaba los escritos de Trotsky de la segunda mitad de los años treinta, cuando la historia le mordía la nuca, y los tiempos de avanzar en un alternativa en el peor momento de la historia –medianoche en el siglo-, y había que torcer el bastón de los acontecimientos…El propio Bensaïd ha escrito largo y tendido sobre nuestras impaciencias para hacer 2lo que ra necesario”, y de hecho su libro de memorias ofrece en su título (Una lenta impaciencia), una referencia sobre todo aquello. Pero más allá de estos debates, Bensaïd siguió estando presente en nuestras lecturas, Fontamara publicó algunas cosas suyas, textos que ahora no encuentro, sin duda extraviados en las diversas mudanzas o en olvidadas prestaciones, pero rememoro porque los tengo ante mí, los cuatro números de la colección Crítica de la Economía Politica, donde casi siempre había algún texto suyo como lo había en la revista teórica de la “Ligue”, Critique Communiste.

Todo esto pasó por mi cabeza en el momento de la noticia de que “también” Daniel estaba muy mal Me llevé un alegrón cuando supe que venía a uno de los Encuentros de Viento Sur, para hablarnos decirnos en términos bretoniano que “el socialismo sería intempestivo o no sería, una conferencia que significó una alegría y un reencuentro con la esperanza en medo de un chaparrón que parecía inacabable. Tuve la ocasión de saludarle lo más amistosamente que sabía, su aspecto había cambiado ostensiblemente, pero me vino a decir alo así que hierba mala nunca muere, y desde entonces sus artículos primero, y sus libros más tarde, fueron llegando al igual que su presencia en diversos encuentros. En uno de ellos me reprendió cariñosamente por comenzar hablando de cuando éramos jóvenes. No había que dar tregua a la melancolía, era el presente el que nos tenía que marcar la medida…Entre una cosa y otra casi han pasado más de una docena de años, y en ese tiempo parecía que la hierba mala seguía superando quimioterapias y ostias por el estilo, así una y otra vez después del comentario doloroso “parece que “Bensa”…

En el tiempo que sigue, la “question” de editar a Daniel pasó de ser una tentativa a ser una realidad, y después de aquella vieja edición de Mayo 68: una repetición general, escrito con el que entonces Henri Weber y que editó ERA en sus buenos tiempos en la colección Ancho Mundo (México, 1969), se han podido colocar otros títulos como Cambiar el mundo (2002, Madrid: La Catarata), el voluminoso Marx Intempestivo que estuvo a punto de aparecer en una editorial vasca llegó antes a Argentina (2003, Buenos Aires: Herramienta). En la Venezuela democrático y popular apareció Clases, plebes, multitudes (2005, Caracas: El Perro y la Rana). Luego llegó Resistencias. Un ensayo de topología general con ilustraciones de Pierre Wiaz con sus trazos tan incisivos como familiares (¿Cuántas veces lo hemos reproducido?), gentileza de El Viejo Topo (2006, Barcelona), que también lo hizo con Trotskismos (2006, Barcelona: El Viejo Topo) en una edición especialmente bien cuidada por Andreu Coll con toda clase de notas y añadidos para “hispanizar” esa vibrante historia que debería ser de lectura obligada para todos los que hablan del trotskismo en vano. Finalmente nos llegó uno de sus textos más elaborados, Elogio de la política profana (2009, Península, Barcelona).

Todavía nos queda una ingente producción de un interés incalculable, no en vano Daniel Bensaïd pasará a la posteridad como uno de los filósofos marxistas más inquietos y reconocidos de nuestro tiempo. En esa producción quizás habría que destacar su ensayo sobre Walter Benjamin, sobre el que FAN prepara un Ruta del Exilio en el 70 aniversario de su muerte en Pot-Bou (en la que “Bensa” habría sido un invitado seguro), pero quizás muy especialmente sus apretadas y singulares memorias, por cuanto se trata de una reflexión personal y generacional que nos ayudará a elevar nuestra medida de la acción militante y de las ideas. DE un trabajo que retrata toda una época desde un nivel que nos ayuda a tratar de mejorar y elevar el nuestro.

En casos tan dolorosos como este, de la muerte de un amigo, un camarada y un maestro, podemos citar a filósofos y poetas, a nuestros poetas, del que Machado dedicó a Giner de los Ríos, pero sobre todo al Miguel Hernández de la Elegía a Ramón Sijé que leíamos hace unos días en un acto de IZAN-Revolta en Moncada, y hacer nuestras en particular sus últimas estrofas:

A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero

que tenemos que hablar de muchas cosas

compañero del alma, compañero.

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