sábado, 9 de enero de 2010

España, carece de identidad

Construcción de una identidad etnica por oposición al moro, al judío, al indio en el teatro del Siglo de Oro

Yvette Cardaillac-Hermosilla | Identidad Andaluza

Introducción

Según Christiane Stallaert, la consciencia étnica nace de la confrontación con otro pueblo, el catolicismo afirmado de la confrontación con el moro, el anti-español por antonomasia, la negación de los valores étnicos propios. Sigue siendo la quinta esencia de lo extranjero. El indio, recién descubierto reviste las características moras y el judío las asume de forma aún más aguda.

En expresiones y refranes, el mundo se sigue dividiendo en dos categorías, los cristianos y los moros. Los que están en la norma son cristianos por excelencia, todo lo demás moro o algarabía. El bautismo conserva un alto valor simbólico de iniciación a la comunidad cristiana y el matrimonio se opone al concubinato.

Hasta hoy en día la adscripción al grupo viene determinada por la ascendencia religiosa por eso se puede hablar de un cristianismo biológico. El estudio diacrónico y sincrónico del casticismo como eje vertebrador de la conciencia étnica en España pone al descubierto las fluctuaciones de la frontera étnica entre moros y cristianos, su maleabilidad su empleo simbólico y metafórico y la consiguiente manipulación de los parámetros culturales históricos y genealógicos. Cuando el grupo étnico despliega una resistencia contra el proceso de asimilación cabe hablar de etnicismo (movimiento de resistencia, regeneración y reintegración). Las estructuras mentales desarrolladas hacia los judíos, hacia los moros, se va a repetir hacia el indio.

Oposición al moro

Los moriscos constituyen para el castellano una quinta columna dispuesta a asociarse con el turco, a asumir el poder y a profanar por todos los medios los símbolos de la religión cristiana: en ârticumar en Los moriscos de Hornacho, atribuido a Tárrega, según un mito que se desarrolla antes y después de la expulsión a partir de hechos históricos puntuales.

Esa oposición se desarrolla en la comedia que nos presenta a un rey morisco en un reino dentro del Reino. Nos da un cuadro de costumbres preciso, describe el centro de la resistencia morisca. Está muy documentada, parece ser que el dramaturgo copia documentos del proceso que ponen de relieve el castigo frente al supuesto gobierno preparado para la rebelión:

«Condeno a Hernando Merino (rey morisco) y Alvaro González el viejo, que sean ahorcados y sus cabezas puestas en la picota por quanto se les provó que eran juezes del govierno secreto y se carteavan con los moros del África, Valencia y Aragón y otros».

Se justifica la condena con la declaración de un testigo que afirma que han matado los del pueblo a diez y siete cristianos en un mes. Los encuentran mutilados y tirados en las minas vecinas. Esta obra destinada a la lectura privada tenía como objetivo sostener a la coalición de los devotos que impulsó a la expulsión en contra de los intereses de las órdenes militares y de los señores de moriscos que se beneficiaban del trabajo de los siervos en las tierras. En ella, se utiliza un romance morisco idealizante en el principio que termina con una caída burlesca de rechazo del amor de la reina Jarifa, por parte del galán. La destrucción de la imagen del morisco caballero introduce en el espectáculo que desarrolla el anti-islamismo pues pone en escena además diversas matanzas durante el espectáculo. La maurofilia desviada puede ser instrumento de anti-islamismo.

Tirso de Molina va más allá en el proceso de asimilación del musulmán al diablo. No olvidemos que pertenece al clero y que debe de conocer la literatura referente a demonología. Habla de un rey moro en La reina de los Reyes y relaciona su alimentación con la del macho cabrío, representación del demonio en los aquelarres, símbolo de reproducción y de vida sexual intensa:

«su ordinaria comida ha sido macho»

El peligro aquí es la multiplicación de la población musulmana, otra forma de invasión. Al peligro doctrinal se añade el peligro político en los textos literarios el moro se asimila al turco considerado como el mayor enemigo de la nación española, y así en Viaje de Turquía se considera que:

«Aquel monstruo, vituperio de la naturaleza humana se ha destruido, no sólo por el peligro del dominio de la media luna sobre la cruz, pero también por su crueldad: el afán por la tortura y en particular por la crucifixión».

Este último punto nos acerca a la acusación de deicida pero sin llegar a alcanzarla como es el caso de los judeo-conversos: la crucifixión es sólo un medio para cumplir el castigo.

El teatro del Siglo de Oro refleja como el relato una imagen del moro-turco destructor del mundo cristiano en la vida cotidiana y en el mundo del poder.

La oposición al judío cobra otra dimensión

En la literatura española del Siglo de Oro, según estos principios, se construye un mito que se desarrolla en particular en las obras teatrales de Lope y de Calderón contra los judíos que aparecen como una microsociedad secreta en lucha contra el poder por medios mágicos, por la profanación de las imágenes religiosas : El santo niño de la Guardia y Las paces de los reyes y judía de Toledo de Lope de Vega.

La judía hermosa y hechicera usurpadora del poder político y económico:

"En las paces de los reyes y Judía de Toledo, tema tratado por otros muchos, (en esta obra y en otras del mismo tema producidas después), se refiere Lope al mito de la mujer encantadora o hechicera. El rey se casa con Leonor de Inglaterra pero en Toledo ve a Raquel, joven y hermosa judía, que se baña. Se enamora al instante. Ya las circunstancias entroncan con el mito de la Cava al origen de la pérdida de España. Durante siete años va a mantener con ella una relación intensa que le aparta de la gestión del gobierno: se trata de un amor pecaminoso que aparta al rey de representación del poder terrenal y divino".

En el acto III la reina pide venganza a los ricos hombres castellanos a causa del peligro musulmán. El rey se ha marchado, Raquel y su hermana se encuentran solas en el palacio. Tienen miedo y llegan los nobles incitados por la reina y las matan. El rey furioso contra su mujer y su hijo llega a hacer las paces con su familia ante la imagen de la Virgen.

En esta obra se dibujan los retratos del moro y el anti-islamismo así como el retrato de los personajes judíos y el antisemitismo: Raquel y su hermana Sibila, el padre y el hermano sospechosos de hechicería: por su pecado el rey pierde el poder, no entra en el mito de las parejas famosas de enamorados, sino en él de las famosas hechiceras que por medios mágicos conquistan el poder y reducen los hombres a su estado primitivo.

La fuente de esta comedia es la Crónica General de Alfonso X el Sabio, de redacción bastante inmediata a los sucesos. Lope altera los hechos para dar mayor interés y dramatismo a la obra, pues en la crónica, la hermosa judía fue matada por venganza de los ricoshombres castellanos, sin embargo en la comedia muere por celos de la reina hecho menos odioso y más humano. La judía se caracteriza por su singular belleza que le permitió retener durante siete años o siete meses a su lado al monarca y poner por ello el estado en peligro. La matan por considerar que ella le ha hechizado y que el le dejó el poder monárquico. Al monarca anonadado, se le aparece un ángel para admonestarle. Existe una interacción entre la relación del rey con una judía y la Reconquista sobre los musulmanes: Don Alfonso gana a los musulmanes en la batalla de las Navas señal del perdón de Dios cuando vuelve a su vida matrimonial y recibe el castigo por su pecado cuando pierde con deshonra la batalla de Alarcos. En este encadenamiento, el antisemitismo resulta más fuerte que el anti-islamismo. El primero es de entronque religioso (se les acusa de la muerte de Cristo) en el segundo domina la oposición guerrera, real de la Reconquista hasta atenuar el aspecto religioso. La judía Raquel de Lope, dulce y apasionada se vuelve cristiana antes de morir. La Raquel de Diamante[15] es hermosa, interesada y fría. La repetición del tema muestra su fuerza y el temor que infundían los judeo-conversos por su posición social y financiera. Se cristaliza en el mito de Raquel, nueva Circe de otro Ulises, hechicera todopoderosa. El hechizo de la belleza de Raquel que llega a monopolizar el poder se transforma en otra comedia en pacto con el demonio para conseguir el amor deseado.

La reina Isabel sigue en la misma línea del antisemitismo en el texto de la comedia del Niño inocente de la Guardia :
«Fernando, esta gente fiera,
que la fe y la paz altera;
desterradla a tierra extraña.
Vayan al Africa viva,
al Asia; no les sustente
vuestra tierra, pues es gente
tan pertinaz y nociva.»

Los judíos están presentados como la esencia de lo salvaje y del mal. Lo que justifica que sean capaces de los peores pensamientos y hechos. Para matar los judíos quieren recurrir a la hechicería de un rabino de Francia con una preparación compuesta con el corazón de un niño y pan del altar cristiano, lo que significa profanación de la hostia consagrada y muerte de un inocente, como lo fue Cristo lo que justifica el desenlace final. La asimilación de la muerte del niño con la de Cristo se expresa en estas palabras de la madre:
«¡ Ay Virgen, con ojos tristes
os tengo yo de mirar!
Alegradlos, gran Señora;
mas no traéis hijo agora,
para que os pueda obligar,
porque es hoy vuestra Asunción;
mas perdístele también;
¡ Si vos en Jerusalén,yo en la Puerta del Perdón!»

El niño es Jesús perdido en el templo primero, luego muerto en el calvario. En la comedia van a cambiar el nombre del niño, pasan de Cristóbal a Juan que dicen adoran hasta los moros de Africa. En el acto tercero se multiplican los recuerdos bíblicos y las referencias a Cristo, el niño se resigna al sacrificio y aparece un ángel que afirma: «has de servir de medalla como retrato de Cristo». Entonces toma todos los atributos tradicionales con las manos atadas, una corona de espinas y una caña en la mano. Le quieren hacer vivir la pasión y termina la obra con un canto religioso que alaba la santidad del niño que accede al paraíso:
«Serafín crucificado,
tened ánimo, que ya
Cristo aguardándoos está
para mirar su traslado.
En vos, como en cristal puro.
Se quiere Cristo mirar,
que le habéis de retratar
limpio, inocente y seguro.
Tened ánimo, clavel,
que, como la cruz os da,
Cristo aguardándoos está
para mirar su translado.»

Estos rechazos literarios del musulmán y del judío que se sitúan a nivel mítico a partir de recuerdos históricos permiten construir y justificar por oposición el casticismo sostenido por el Estado con la expulsión de judíos y moriscos, por el grupo social con las polémicas religiosas de moros, judíos, cristianos, y por el ejemplo individual de la conversión del príncipe de Fez en Calderón: un ser bueno no puede hacer más que convertirse al catolicismo.


Oposición al indio

Desde el principio, la pluralidad étnica que Occidente descubre va en contra del ideal de hombre universal cuando llega a América.. El otro es el indio es decir todo los indígenas del Nuevo Mundo que entra en el proceso occidental de dominación y de alienación. Bajo el pretexto de cumplir con una misión civilizadora el occidental impone sus creencias religiosas para disimular la necesidad de mano de obra que tiene y la política de aculturación y de hispanización del indio. Gracias a este proceso el conquistador se hace pasar por libertador, así se puede medir el eurocentrismo del vencedor. La universalidad a la que pretende la cultura occidental vuelve la alteridad incongrua. No hay sitio en los primeros siglos de la conquista para la indianidad concepto dinámico que se irá construyendo después.

La oposición al indio se manifiesta históricamente en las ordenanzas administrativas de los virreyes. En particular en Perú, Don Francisco de Toledo representa a Felipe Segundo entre 1569 y 1581. Se interesa por el indio que ha venido sublevando numeras polémicas en España, pues los castellanos se interrogan sobre su naturaleza y sobre la legitimidad de la dominación española. No corresponde a ningún esquema mental del castellano, buen salvaje de la Edad de Oro para algunos, para otros cuestionamiento sobre su humanidad. En los siglos anteriores para el castellano el otro era el moro o el judío y después el converso.

Ya en 1511 el dominico Antonio de Montesinos afirma en una de sus predicaciones que el indio no es un animal sino un ser humano con alma y acusa a los españoles de abandono espiritual: «¿ Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y conozcan a su Dios y creador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?…» «Tened por cierto que en el estado que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesús Cristo. En efecto los indios se dedican a sacrificios humanos.

El debate instituido en la comisión de juristas y teólogos reunidos por el rey llega a afirmar que únicamente por la difusión del evangelio se podía justificar la presencia española en América que resulta ser un regalo divino como en otros tiempos lo había sido la tierra prometida para los judíos, recompensa por la unificación religiosa de España.

El indio idolatra debe de ser convertido a la religión católica por la fuerza si es necesario. El papado asiente y la bula Sublimus Deus de Pablo III en 1537 afirma que los indios son seres libres y que tienen derecho a la fe. La declaración que corresponde a esta ideología la hace Pedro de Candía en la comedia de Calderón La aurora en Copacabana.

Calderón recoge las ideas divulgadas de su tiempo:
«noble cacique
no de tus minas el oro,
no la plata de sus venas
me trae en su busca; el celo
si la religión suprema
de un solo dios,
y el sacarte de idolatría tan ciega
como padeces, a cuyo,
efeto esta es la bandera
de su cristiana milicia
la más estima prenda
(levanta en alto la cruz).»

Se pretende que si los españoles guerrean es decir Francisoco Pizarro en 150 hombres liberan a los indios de la tiranía y opresión en que estaban. Así cesaron los sacrificios de indios que se hacían al demonio. Los Incas son acusados de la responsabilidad de la idolatría de los indios. Por eso mismo las leyes autorizan a que la corona se aproveche de los bienes que servían al culto de la idolatría. En las leyes hay un aspecto moral y religioso esencial al lado de otros políticos y económicos que dice que hay que cristianizar a los indios y que hay que enseñarles a vivir como seres civilizados, pues se afirma que antes de la llegada de los españoles vivían como bárbaros. Los castellanos se consideran como modelos con una actitud etnocentrista que se elabora en función de la tradición judeo-cristiana de la cual brotan las dicotomías judío/gentil, cristiano/pagano. Se procede a una división dual de la humanidad entre cristianos civilizados frente a bárbaros paganos. A los indios se les atribuyen las mismas características y no se salvan más que por su adhesión incondicional a la religión dominante.

A través de la comedia de Calderón no transparece lo que era y lo que es ser indio según Eve Marie Fell:
«ser indio es disponer de un estatuto poco envidiable y el individuo tiende a dejarlo incluso si el medio ambiente le sitúa en él. Ser indio es situarse en lo bajo de la escala social, pero se modifica la herencia biológica con las condiciones socio-económicas. El indio Yupangui y Gualcola, aceptan su condición de indio convertido al catolicismo en la comedia".

Toledo pone de relieve en sus informaciones la aparente religiosidad de los indios que persisten en su idolatría. La evangelización es un deber que se cumple para su bien porque si no viven en la barbarie y bajo el dominio del demonio. De hecho la Conquista prolonga la Reconquista y se presenta como una nueva guerra santa. Par incitarlos a la conversión solo autorizan a ser caciques a los cristianos. Le impresionas con el fausto de la ceremonia religiosa si los indios son paganos, tienen que ser convertidos y si no renuncian a sus ritos son apóstatas como los judíos y los moriscos conversos. Hay que salvar al indio por la fuerza y extirpar la idolatría como los antiguos ritos la adoración de objetos y el culto de los muertos:
«Ordeno y mando que cada juez en su distrito haga que todas las sepulturas se derruequen y hagan a ser un hoyo grande donde se pongan revueltos todo los huesos de los difuntos que murieron en su gentilidad».

Por el contrario en la comedia aparece la humilde veneración de la Virgen y la terquedad en esculpir con pocas arte su estatua. A veces se asimila el indio con el negro y se les califica de gente ocioso, este último considerado de carácter infrahumano. Se considera que fueron nacidos para servir. Y por ser bárbaros deben de ser educados por los españoles. El indio es el súbdito de su majestad el rey de España, su señor natural. Por ello en sus ordenanzas la meta de Toledo es persuadir a los indios de que vivirán mejor bajo la dominación española. Quiere afirmar que la colonización es necesaria y justa. En realidad los indios son el motor de la economía colonial, por eso es necesario protegerlos para que sobrevivan.

Calderón se preocupa por el ideal cristiano y deja de lado las preocupaciones políticas pero hereda de la problemática. Para él, como para los contemporáneos la civilización occidental es la mejor y de ese sentimiento de superioridad brota un comportamiento proteccionista del que sale el casticismo. El indio igual al castellano desde el punto de vista divino, resulta inferior como hombre.

La religión que venera al sol como en La Aurora en Copacabana forma parte de los mitos vinculados por los textos sagrados como el Popol Vuh:
«Y estaban esperando mirar el nacimiento del sol y miraban Iqoquih o lucero de la mañana».

«Y también estaban con ellos los de Yaqui Viniac, o la gente sacrificadora, que son dignos de respeto y veneración».

«El primer que salió cargado en ondas fue el ídolo Tohil que lo llevaba Balam Quitzé bajo su cuidado. Y luego salió al ídolo Avilix».

Nos hallamos frente a los sacrificios que le corresponde en la comedia de Calderón:
"Los sacerdotes del sol
que sus sacros ritos mandan
que en echándose una vez
la suerte porque no haya
favor o pasión que escuse
aquella sobre quien caiga
no pueda, hasta que ella mesma
se haya sacrificado.
echarse otra suerte».

Sacar a los indios de la idolatría es un pretexto cómodo ya que los objetos de oro abundan en los templos dichos del demonio. Pero Calderón en su obra no mienta ni siquiera la esclavitud, el trabajo forzosa, la encomienda, el servicio personal, el repartimiento, en los que igualdad y dignidad del indio desaparecen. Al contrario el muestra los progresos religiosos humanos y sociales realizados:
«Que el que pone en María,
las esperanzas,
de mayores incendios
no sólo salva
riesgos de la vida,
pero del alma».

Ya Las Casas había denunciado la miseria moral y física de los indios:
«Iban desnudos sin tener siquiera lo necesario para esconder las partes mas vergonzas».

Los indios de Calderón se construyen a partir de la ideología castellana y en función de los debates teológicos hispánicos como nos lo demuestra el exotismo salpicado para dar color de autenticidad con el chocolate o el maguey presentado como madera preciosa para realizar al estatua cuando en realidad es un planto de hojas fibrosas.

En España algunos se preguntan si los indios son judíos, lo cual hace brotar odios, ya que tienen que soportan el anti-judaismo ambiente. Pero también hereden del anti-islamismo y en 1610 se desarrolla una campaña extirpadora de la idolatría en el virreinato con virrey marqués de Montesclaro y el arzobispo Lobo Guerrero a raíz de la denuncia en 1609 del cura Francisco de Avila de la idolatría en la doctrina de Huarochiri, de la doble actividad de los indios cristianizados que se venía denunciando desde los años 1550. Recuerda la doble religiosidad aparente y oculta de los moriscos.

Los españoles y los mestizos vivían a menudo con varias indias y les fue prohibido convivir en los mismos pueblos. A causa de estas uniones se dejará por fin de asimilar el indio al judíos pues entonces dejaría de ser un infiel privilegiado.

Según Arguedas el indio de los Andes nunca consigue ser católico y poco a poco se crea el mito de Inkarri dios indígena martirado por los mistis y que volverá algún día para volver a instaurar las antiguas estructuras que hace eco al mito de Quetzacoalt que iba a venir barbudo y con ropa larga a liberar a su pueblo. Otros paralelismos literarios se puede concebir, la defensa de los moriscos por Francisco Núñez Muley, la de los indios de Felipe Guamán Poma de Ayal estudiados por Rolena Adorno.

Se comprende por esta semejanzas que no quisieran las autoridades que llegaran a Hispano-américa judíos, moros y conversos para que no se reforzaran los problemas planteados por los indios.

Nos encontramos frente a la misma asimilacion moro / indio en el lenguaje de Cortés cuando escribe desde México:

«No hay año que no sacrifiquen cincuenta ánimas en cada mezquita que se plasma en la asimilación moro/mezquita.»

Para Cortés suprimir esos sacrificios humanos a dioses paganos es una prioridad así como la destrucción de los ídolos, situación inicial que incluye Calderón en su comedia. Además los métodos de evangelización aplicados en Granada se utilizan con los aztecas.

Calderón lleva a cabo esta transformación, expresada en boca de la idolatría:
«en el ara de la cruz
cesó todo lo cruento,
pues desde ahí fueron
todas hostias pacificas».


Conclusión

El teatro del Siglo de Oro pone en escenas al judío al moro al indio en el cruce de las ideas del tiempo que tienden a formar una identidad étnica, individual, colectiva o estatal condicionada por castas o razas.


España completa su unidad expulsando a los judíos su recompensa es el descubrimiento de América. El propio Fernando el Católico une los dos hechos y piensa que Dios otorga una misión a España: el hacer reinar la verdadera fe y el orden divino. Teología e historia se confunden y esta última no es más que una serie de sucesos humanos. Pero si se expulsó a moros y a judíos se necesita conservar a los indios para la explotación de las tierras de ultramar.

Por eso mismo España aspira a la paz: en un acuerdo entre ciudadanos obedientes a los mandamientos para vivir con tranquilidad y orden, cada uno en su sitio. Se niega a dejarse contaminar. La mentalidad del español católico le empuja a creer que el es quien posee la verdad.

La etnicidad de cada grupo tiene que volver a fabricar raíces buscar en la memoria colectiva restos de antiguas formas de solidaridad, vestigios de antiguos rituales y de antiguas prácticas y volver a hallar símbolos olvidados.


Sinopsis

Jornada primera: Celebran los indios a sus dioses, Guasca el inca en la tierra y el Sol en el cielo. El indio Yupangui está enamorada de la sacerdotiza del sol Gualcola. Llegan los conquistadores y para aplacar el peligro los indígenas quieren sacrificar primero a fieras luego a Gualcola. Los españoles apresan a Tucapel y Pedro de Candía declara su misión. Sale la idolatría en traje de india, negro y salpicado de estrellas con bengala y plumas. Los indios piden sacrificios humanos ante el peligro. Gualcola confiesa su amor por Yupangui pero el inca también quiere salvarla y da este encargo al galán. La idolatría defiende su culto. Gualcola quiere huir. La idolatría sigue la evolución de las practicas religiosas: Tiene que desaparecer el culto al sol. El inca tiene remordimiento y desea sacrificar a Gualcola.

Jornada segunda: Los españoles consideran a los indios como bárbaros Tucapel con Yupangui tienen que buscar a Gualcola. El inca habla de los ritos de sacrificio:

Tucapel informa al indio de las hazañas españolas. En el Cuzco, tiene lugar la destrucción del palacio pero la Virgen sale intacta, señal del favor divino. Los indios ven al milagro y los ángeles alaban la fe cristiana:

La idolatría pide el sacrificio de Gualcola. Esta última y Glauca están en una alquería. Llega Tucapel, esposo pesado de Glauca. Descubre a la sacerdotisa que solicita al inca Yucapel que confiesa su traición, a parte. Guascar permanece fiel. Gualcola siente repugnancia por el paganismo. La acusa el inca, llega y explica su amor por el galán. El inca les condena a los dos.

Jornada tercera: Los españolas hacen la crónica de la conquista: entre indios hubo divisiones, en el templo del sol de Copacabana se celebran abominables ritos, humanos sacrificios de vírgenes sacerdotisas. Se destruye la idolatría para imponer la fe. Construyen una capilla y no tienen imagen de María. Yupangi intenta esculpirla y Gualcola cierra la puerta. Pero riñen Glauca y Tucapel. Este último rompe la estatua y es lo que ven los dos bandos de indios reñidos. Un dorador iba a preparar nueva imagen tosca pero un milagro transforma la estatua de la Virgen.

Por Yvette Cardaillac-Hermosilla
Université de Bordeaux III

No hay comentarios: