viernes, 29 de junio de 2007

ANDALUCÍA: UNA METAMORFOSIS QUE NO PUDO SER


Los progresos del saber tienen necesidad siempre de un clima de paz y de tranquilidad. La paradoja en el caso de la Andalucía musulmana es que su vida intelectual parece conocer una gran fecundidad en particular a la hora de su crepúsculo y ante grandes incertidumbres futuras…

En el mundo musulmán, el camino del saber lleva a la mezquita, escribió un autor. Es cierto que en las grandes ciudades del mundo musulmán de la época medieval, las mezquitas no solo sirvieron para acoger a los creyentes para sus oraciones, que es lo que tienen tendencia a hacer hoy día desde que la actividad de la enseñanza ha sido tomada por otras estructuras. En aquel tiempo, mucha gente se reunía en torno a profesores de prestigio que no hablaban solamente de teología o jurisprudencia, sino de matemáticas, óptica, astronomía, química…


Toda la herencia del saber universal, que fue integrado en la cultura islámica en la época abasí de El Mamun y de la gran aventura de las traducciones de Beit al Hikma, encontró una prolongación en el interior de las mezquitas. Un lugar que da sentido a la vocación de la religión musulmana de abrir al creyente a la experiencia del conocimiento y a construir su vida religiosa de acuerdo con su predisposición al saber y en el respeto al esfuerzo que consiste en restituir el justo o el verdadero rostro de la Creación… Pero además, un lugar que permite también definirse como la experiencia del saber y que no podría tolerar que este saber se volviera contra el orden religioso, que es su base natural y, podríamos decir, su medio protector.

El mecenazgo de las taifas

Todo el trabajo pedagógico y filosófico de una persona como Abú Hamid el Ghazali (Algacel) que toma las riendas de la universidad creada en Bagdad por la joven dinastía selyúcida, consiste precisamente en encarrilar la misión del saber conforme al proyecto musulmán. La crítica que desarrolla contra el principio de la razón y que será decisiva para el destino de la tradición racionalista en tierras islámicas, trata esencialmente de frenar una tendencia de la reflexión filosófica, que bajo la autoridad de Platón y Aristóteles, trata de reducir la autoridad del orden religioso, único garante de la unidad de la comunidad creyente a los ojos del poder selyúcida.

Pero esta toma de posición de El Ghazali, que tiene lugar hacia el fin del siglo XI, no impedirá la búsqueda filosófica, que continuará, notablemente en Andalucía donde en el siglo XII tendrá un periodo fecundo, con los nombres entre otros muchos de Ibn Tufayl, Ibn Bayya (Avempace) y, sobre todo, Ibn Rush (Averroes).

Andalucía era centro de vida intelectual desde Abderramán II (792-852), que es considerado el iniciador de la civilización andaluza. Pero con la división del poder y la llegada del periodo de los reinos llamados de Taifas en el curso del siglo XI, el desarrollo del pensamiento no se vio interrumpido. Se considera incluso que conoció un nuevo empuje, pues la rivalidad entre los distintos reinos hizo acoger en las cortes a poetas y sabios.

Esta nueva organización de la vida intelectual, que permite a la investigación científica y filosófica salir del marco del espacio religioso, creó sin duda nuevas condiciones para la búsqueda de una definición de la relación entre razón y vida religiosa, en el sentido de una mayor autonomía a favor de la primera.


Cuando en 1085, los Almorávides llegan a España por la llamada de los Andaluces para resistir los asaltos de los Cristianos, esta dinastía bereber surgida de las profundidades del sur marroquí, a pesar de su carácter cerrado y su desconfianza en la vida intelectual independiente, restablecerá una cierta unidad política sin poner fin a la misma. Será incluso con los Almohades, adeptos al unitarismo predicado por El Ghazali (Algacel)cuando Averroes explique a Aristóteles. Aunque pronto el filósofo será obligado a retractarse, y condenado al exilio, volviendo progresivamente el movimiento religioso a posiciones mucho más conservadoras.

La España musulmana fue tierra del saber hasta el hundimiento de las Navas de Tolosa en 1212. Hasta esta fecha, los intelectuales cristianos iban a Andalucía y se impregnaban no solamente de los diferentes conocimientos de las ciencias llamadas positivas que se encontrarán posteriormente enseñadas en las universidades europeas bajo el nombre de quadrivium, sino también de la audacia del pensamiento racionalista que no dejará de sorprender a los intelectuales venidos de los países cristianos del norte, entre quienes el saber estaba aún marcado por la enseñanza de las catedrales y monasterios.

Andalucía presenta un interés particular en el mundo musulmán en lo que parece definirse como la búsqueda de una nueva base en la organización del saber y en su transmisión: una organización capaz de responder a la amplitud de conocimientos adquiridos y, igualmente, a la necesidad de instaurar un orden susceptible de separar el verdadero saber, de todas las confusiones de la astrología y de todos los falsos pretextos del conocimiento científico.

El relevo pasa los Pirineos

Por diferentes razones históricas, el proceso no pudo llegar a su buen término, el espacio que sirvió de base a una metamorfosis posible cambió de golpe de manera política y religiosa. Esta búsqueda no encontrará un nuevo equilibrio. Serán los intelectuales europeos quienes, durante el siglo XIII, tomarán el relevo y crearán una estructura que se afirmará en sus reivindicaciones de autonomía.


Raouf Seddik
La Presse de Tunisie, Túnez, 21 de mayo de 2007.

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